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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El grupo que le gusta a todo el mundo

Casi el lleno completo registró el Palacio de los Deportes de Madrid, para escuchar y ver al grupo con el que, hoy por hoy, se identifican más colectivos de jóvenes en todas partes del mundo. España parece haberlos descubierto a tope esta temporada y su influencia comienza a notarse sobremanera en lo externo. Gran parte de los chavales asistentes parecían clónicos de Liam y Noel Gallagher. Flotaba en el ambiente un cierto aroma británico que resulta tanto más curioso a este lado de los Pirineos. Hasta adolescentes con parkas mod había, que ya la gente pensaba que se habían extinguido como los dinosaurios.Como preámbulo, The Seahorses realizaron aproximadamente 40 minutos de actuación en la que cuajaron los mejores temas de su disco de debú: Do it yourself. La banda del ex guitarrista de los Stone Roses John Squire se encajó perfectamente en la atmósfera y los asistentes disfrutaron a rabiar de canciones como Blinden by the sun o Love is the law.

Oasis y The Seahorses

Palacio de los Deportes. 3.500 pesetas.Madrid, 10 de noviembre

En el entreacto, uno de los técnicos estuvo a punto de teñir de infortunio la fiesta, al desplomarse desde una de las escalerillas de acceso al puente de luces, a una distancia de unos 10 o 12 metros. El público saludó con un rugido el hecho de que el pobre hombre se levantara sin un solo rasguño. De fondo sonaba Dylan: Highway 61.

Por fin y manifestándose asquerosamente puntuales, los hermanos que peor se llevan en el negocio del espectáculo -después de Ray y Dave Davies, de los Kinks- saltaban al escenario y la gente se volvía literalmente loca.

A los acordes del tema que da título a su tercer disco, Be here now, comenzaron los ataques de histeria y las lipotimias en la apretada primera fila. Los chicos y chicas eran sacados en volandas de dos en dos y de color verde. La andanada de temas conocidos que sucedió a continuación tenía por objetivo acabar con cualquier resistencia o reticencia por parte de los que todavía desconfían de un grupo tan blandito como Oasis.

Sin embargo, tamaño esfuerzo resultó baldío, porque canciones como Stay young, Supersonic o Some might say no hacían más que confirmar el poderoso influjo de la banda sobre todos los asistentes.

Vacilante

No pareció tan fiero el Liam como lo habían pintado. Eso sí, su paso era vacilante; como de más de tres cervezas -suerte la suya: el alcohol está proscrito en este tipo de conciertos- y su actitud era como de querer pegarse con cualquiera que le entrara al trapo. Empero, en lugar de a agredir, se dedicó a cantar y francamente no lo hizo nada mal. Ahora bien, cedió el micrófono a su hermano para que éste entonara Magic Pie y Don't look back in anger.Después habría de volver, con su camisa de enormes cuadros grises bien sudada, a retomar el hilo del concierto y ofrecer un Wonderwall que, para la ocasión, sonó convenientemente acelerado.

Tras esta joya de la corona, la cosa fue decayendo un poco y, pese a que el júbilo colectivo continuaba, el final del concierto se tornó un tanto reiterativo. Precisamente fue ahí donde más se le vio el truco a Oasis, sacándosele todas y cada una de las influencias que hacen de esta superbanda un perfecto pastiche de lo más representativo del pop británico: Bowie, Elton John, Slade y, sobre todo, John Lennon, a quien grupos como Oasis convierten en el Cid Campeador del pop internacional: incluso muerto, gana mogollón de batallas.

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