Jorge Sanz afirma que "la competencia ha mejorado la calidad del cine español"
El actor rueda con Antonio del Real 'Cha-cha-chá' y prepara 'Manos de seda'
El actor Jorge Sanz vuelve al cine tras más de un año de descanso. Reaparece con Cha-cha-chá, la película de Antonio del Real, en la que interpreta a un novio infiel. Hoy, con el rodaje de Cha-cha-chá aún sin acabar, se incopora al de Manos de seda, un thriller con el que debuta como director César Martínez donde Sanz se convertirá en un buscavidas que vive al borde de la ley. Son dos papeles completamente diferentes. Uno de los filmes es una comedia delirante, y el otro, un drama, pero Sanz, de 28 años, le tiene más miedo a las comedias. "He hecho de todo a lo largo de mi carrera, pero reconozco que es tremendamente difícil hacer reír a la gente", dice.
Jorge Sanz llega al rodaje de Cha-cha-chá con un pitillo entre los dedos y cara de sueño. Vaqueros, cazadora y un jersey completan su indumentaria mañanera. El viento y la lluvia que azotan la ciudad parecen afectarle menos que los cambios de horario en el rodaje. Durante las últimas cinco semanas los participantes en el rodaje han combinado el horario de día con el de noche, y todos andan un poco descolocados.Afortunadamente, hace unos días que rodaron la última escena de exterior, en la que, por exigencias del guión, había que darse un baño en la Cibeles. En Cha-cha-chá, Jorge Sanz interpreta a Pablo, "un personaje bisagra que empieza muy alto pero que acaba diluyéndose a lo largo de la película".
Su papel en Cha-cha-chá no ha sido una interpretación fácil, pero Sanz, como hace siempre que le ofrecen algo nuevo, leyó el guión y decidió que interpretaría el papel. La película cumplía las dos condiciones que Sanz pone para participar en una película: un buen guión y un buen director. El trabajo con Antonio del Real ha sido fácil. "Antonio ha sido actor antes que director y sabe cómo tratar a los actores", dice Sanz, quien ha quedado un poco marcado tras abandonar el rodaje de Carne trémula, con Pedro Almodóvar, poco antes de su inicio tras dos meses de ensayos.
Le cuesta hablar del asunto Almodóvar. "No quiero echar leña al fuego", dice entre tímido y respetuoso, aunque acuse al director manchego de ser "venenoso para los actores. Hace las cosas como quiere y se puede permitir todo". Naturalmente, ha visto la película en el cine, y no le ha gustado "nada". Le encantó la historia, pero no el resultado final. Ahora, con la herida cicatrizada por el tiempo, Sanz argumenta que se siente muy bien y muy entero y que no se arrepiente de nada de lo ocurrido. Pasa de opinar sobre Liberto Rabal y su actuación en la película.
Babelia
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