Respuesta
Le quedaría muy reconocido si pudiera publicar la siguiente carta en respuesta a la de don Fernando Saliquet del 19 de octubre:En el artículo Dólares en la corte de Franco (EL PAÍS, 14 de septiembre) se exponía la trama conspirativa británico-estadounidense en su conexión con una parte de los generales franquistas contrarios a la entrada de España en la guerra junto al Eje. Y se advertía en ese texto que el mismo estaba basado en tres publicaciones -de los años 1986, 1991 y 1993- que llevaban firmas tan relevantes como las de Denis Smyth y Paul Preston.
Según este último, conocido hispanista y gran biógrafo de Franco, el general Saliquet fue objeto de una cruel ironía por parte del dictador, con motivo de una audiencia celebrada en El Pardo, a finales de enero de 1947, en la que reprochó al general sus negocios particulares. En el texto publicado en EL PAÍS, y por motivos de espacio, no pudo incluirse la referencia bibliográfica de esa anécdota, que es de Preston: Franco, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1993, página 704.
Don Fernando Saliquet, hijo del general, muestra su molestia sobre este asunto, pero es a mi admirado colega Paul Preston a quien tiene que reclamar: sobre una obra suya publicada hace cuatro años, y a la que nadie ha formulado ningún cargo, pues es considerada modélica por muchos historiadores. Como el señor Saliquet insiste, también insistía Preston, y, en referencia a esa corrupción de generales, y en su libro ya citado (página 741), decía lo siguiente: "Sin embargo, como había indicado la observación que Franco le hizo a Saliquet, la austeridad en las cúpulas (militares) constituía una excepción y contrastaba con la conducta del Caudillo y su familia".
Respeto mucho a don Fernando Saliquet, pero le recuerdo que su padre presidió el Tribunal de Represión contra la Masonería y el Comunismo en 1940, y esa función no creo que tenga relación alguna con el honor de las armas. Mi lista podrá ser "arbitraria", pero las arbitrariedades cometidas en el Valladolid que sublevó en 1936 el general Saliquet, a su criterio se las cedo.
Acepto, como es de ley, la palabra de honradez de don Fernando sobre los bienes de su padre -no era mi intención saber cuáles fueron, pues tal interés le pertenecería a Preston-, pero, puestos a hacer un cuadro de probidades castrenses, supongo que no habrá enfado suyo en poner delante a Silvestre, quien, al morir en Annual, dejó a su familia "mil pesetas", como se demuestra en el Suplicatorio Berenguer (1922, página 15), y nadie le dio una medalla por ser como fue: tan honrado como temerario. -
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