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Del campanario al tajo

Ex trabajadores de Duro Felguera acaban un encierro de 318 días tras un pacto para su recolocación

Los ex trabajadores de la empresa metalúrgica asturiana Duro Felguera que desde hace más de diez meses permanecen encerrados en la torre de la catedral de Oviedo para exigir alGobierno del Principado el cumplimiento de su compromiso de recolocarlos en empresas públicas de la región desalojarán hoy el edificio, tras el acuerdo alcanzado el lunes entre CC OO y el Gobierno asturiano, del PP. Este acuerdo, en virtud del cual el grueso de los 39 ex trabajadores de Duro serán empleados en la compañía, estatal minera Hunosa, y el resto, en otras empresas públicas, se produce tras un pacto previo de los sindicatos mineros asturianos con el Ministerio de Industria para- incluir a este colectivo entre las próximas incorporaciones laborales que hayan de producirse en la empresa estatal hullera.

El abandono de la torre de la catedral, al cabo de 318 días de enclaustramiento, no supondrá, sin embargo, la solución definitiva de un conflicto que se remonta a cuatro años atrás. Manuel Sánchez Terán, portavoz de los 39 trabajadores, advierte que sólo el cumplimiento estricto de los compromisos pactados hace tres años con el anterior Gobierno regional, del PSOE, y los ahora renovados con el nuevo Ejecutivo, del PP, pondrán fin a la tensión social. "El documento suscrito el lunes por CC 00 y el Gobierno asturiano tiene lagunas. Si eso se va a aprovechar para intentar engañarnos de nuevo, sólo hacemos una advertencia, que se preparen".

El conflicto se remonta a septiembre de 1993, cuando 232 trabajadores de dos filiales de Duro Felguera en situación de pérdidas, y tras ocho años de sucesivos expedientes de regulación de empleo, fueron despedidos por el grupo metalúrgico. A partir de ahí, se recrudece una campaña de agudas movilizaciones, en ocasiones con gran virulencia -se produjeron incendios. y sabotajes a instalaciones bancarias, ferroviarias y eléctricas-, que culmina el 2 de noviembre de 1994 con la firma de un pacto entre trabajadores, Duro Felguera y Administración regional: parte de los despedidos fueron readmitidos por la empresa; otros se acogieron a prejubilaciones y bajas voluntarias, y los 39 restantes habrían de ser recolocados por el Gobierno asturiano, en un plazo no superior a dos años, en empresas públicas.

Este plazo se consumó en diciembre pasado sin que se hubiera materializado el compromiso. Fue entonces cuando el colectivo de despedidos reemprendió sus acciones callejeras. El 23 de diciembre de 1996, cinco de ellos se encerraron en la torre de la catedral de Oviedo para exigir que el Gobierno asturiano cumpliera su palabra. Uno de ellos abandonaría la protesta, 98 días después, a causa de una insuficiencia cardiaca.

El Ejecutivo del Principado, del PP, anunció en enero pasado que contaba con 39 puestos de trabajo (en su mayor parte, en empresas privadas) a disposición de los despedidos, pero éstos exigieron que la recolocación, en virtud de los compromisos asumidos, se realizara en sociedades públicas. El Parlamento asturiano, en el que es mayoritaria la izquierda, respaldó en dos ocasiones esa petición, cuyo incumplimiento por el Ejecutivo le supuso su reprobación por la Cámara.

"Nosotros no pedimos ni más ni menos que el cumplimiento de lo que está firmado", sostienen los trabajadores. "Nosotros nunca pedimos que nos metieran en empresas públicas. Sólo queríamos volver a Duro Felguera. Fue el Gobierno asturiano el que nos ofreció trabajo en el sector público, y lo que hemos hecho es exigir que lo cumplieran".

El 31 de julio pasado, al cabo de 221 días de enclaustramiento, los cuatro encerrados en la catedral (Gerardo Iglesias Campa, José Ignacio Díaz. Díaz, Víctor Vaquero Rodríguez y Juan José García García) fueron sustituidos por otros cuatro compañeros: Ramón Cimadevilla Jove, Fermín Rodríguez Menéndez, Manuel Ortiz de Galisteo Muriel y Marino García Rodríguez. El nuevo relevo cumple hoy 97 días de permanencia en el campamento improvisado bajo el campanario, a 62 metros de altura, donde han pervivido en adversas condiciones y sobrellevando con disciplina y espíritu de sufrimiento una vida austera y espartana, acompañados sólo por el viento y con el único apoyo de los compañeros y familiares que cada día se han congregado al pie de la catedral.

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