Sadam aplaza en el último momento el ultimátum para expulsar a los técnicos norteamericanos
Ya había empezado la cuenta atrás del ultimátum establecido hace una semana por el presidente iraquí, Sadam Husein -quien dio hasta las nueve de la noche de hoy para que siete expertos de la comisión de desarme de las Naciones Unidas de nacionalidad norteamericana abandonasen el territorio de su país-, cuando la ONU anunció anoche que Bagdad había garantizado que los expertos de EE UU podrán seguir en Irak mientras dure la misión diplomática auspiciada por su secretario general, Kofi Annan. Sadam recibirá hoy la visita de tres emisarios de las Naciones Unidas, quienes intentarán convencerle de que dé marcha atrás y anule las expulsiones. Pero sólo ha ampliado el plazo de su amenaza.
"El secretario general ha recibido la seguridad de que ningún miembro del equipo será expulsado mientras sus emisarios permanezcan en el país", afirmó el portavoz de la ONU, Fred Eckhard, mientras la agencia oficial iraquí confirmaba en Bagdag el aplazamiento del ultimátum. La misión de los diplomáticos llegará a Bagdad a primera hora de la mañana de hoy, en un vuelo procedente de Bahrein, con la misión de elaborar un informe general sobre la situación, que deberá ser elevado en un plazo de dos días al secretario general de la ONU.Como avanzadilla de los trabajos de esta delegación, el presidente iraquí recibió ayer un mensaje personal de Kofi Annan, quien le pidió que prorrogara el plazo de expulsión de los norteamericanos, al menos durante 24 horas, ampliando así el margen de trabajo y maniobra de sus diplomáticos.
Uno de los miembros del equipo del secretario general de la ONU, el sueco Jan Eliasson, aseguró ayer en Kuwait que la misión de los diplomáticos no implica una negociación con Irak. "No vamos a negociar. Vamos a entregar un mensaje", aclaró Eliasson, quien precisó: "Estoy convencido de que el mensaje será entendido. Y también espero que sea obedecido".
Segundo bloqueo consecutivo
"Aquí no pueden entrar los norteamericanos". Irak bloqueó así ayer, por segundo día consecutivo, la inspección de sus arsenales militares y agravó la creciente tensión en la zona.El bloqueo de los trabajos de los inspectores de desarme de las Naciones Unidas se produjo a las nueve de la mañana, cuando el primer equipo fue recibido a las puertas de una base militar por un policía iraquí. El agente les repitió el mensaje del día anterior: los técnicos de nacionalidad norteamericana no podían acceder al lugar.
El director del centro de verificación de la UNSCOM (Comisión Especial de las Naciones Unidas para el Desarme en Irak) dio nuevamente a sus hombres la orden de no aceptar ninguna discriminación, dar marcha atrás y regresar a su sede central, el Hotel Canal House, donde permanecieron acuartelados todo el día.
La decisión del Gobierno iraquí de bloquear los trabajos de la comisión de desarme de la ONU fue justificada por el presidente del Parlamento iraquí, Sadun Hamadi, a través de unas declaraciones efectuadas a la agencia estatal INA, en las que aseguró que la UNSCOM se había convertido "en un instrumento de Estados Unidos para prorrogar el embargo, cambiar el régimen nacional y amenazar la unidad, la soberanía y la seguridad de Irak".
El portavoz iraquí añadió que su país no se oponía a ningún tipo de inspección internacional, pero no estaba dispuesto a que en las comisiones de control estuvieran incluidos técnicos norteamericanos, considerados como "rivales" y "enemigos" de Irak. Añadió que el Gobierno de Sadam había colaborado en todas estas misiones de los técnicos y que buena prueba de ello eran los 600 lugares inspeccionados por los hombres de la ONU a lo largo de siete años. Mientras, Irak permanece en pie de guerra bajo una permanente movilización. Ayer se reunieron en un estadio de Bagdad, convocados por el Comité Olímpico Internacional Iraquí, cerca de 50.000 jóvenes. Bailaron al ritmo estridente de la última canción de moda, un éxito local titulado Abajo Estados Unidos. Danzaron sin cesar, mientras daban gritos en favor de su presidente. Este acto multitudinario, convocado por Uday, el primogénito del dictador, fue el plato fuerte de una jornada que el Gobierno trataba de convertir en una fecha histórica y que fue bautizada ya por el régimen con un nombre arrogante: "El día del desafío".
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