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Twyla Tharp presenta su proyecto más ambicioso en el Festival de Otoño

Twyla Tharp no es solamente una renovadora, sino una de esas creadoras capaces de reinventar el código sobre el que trabajan. Ya pudimos ver su trabajo hace unos años en el teatro Español y en este mismo Festival de Otoño. En aquel momento asombró y aún no era lo que después hizo de ella Mijaíl Barishnikov al convocarla a la compañía más importante de EE UU como su coreógrafa moderna preferida. Su compañía se presenta hoy, y hasta el día 8, en el teatro Nuevo Apolo, con Tharp!, su proyecto más ambicioso.

Twyla Tharp ha hecho un estilo de lo que parecía imposible: la atomización del ballet americano, respetándolo a la vez que dándole una especie de disfrute festivo donde no falta la gravedad y el peso de las buenas obras de ballet.Twyla Tharp no es heredera de nada; ella es precisamente el sentido desacralizador de una escuela forjada en el artificio y en las necesidades de trasladar monasterios a través del Atlántico o de crear referencias culturales con una tradición que, en el fondo, le será siempre ajena. Sabiendo esto, la coreógrafa, con la dignidad y la inspiración de una novata, ha hecho y elaborado un aparato al que no se puede denominar simple y donde la complejidad técnica siempre aparece a merced del intérprete. Es así que tanto el propio Barishnikov como los otros grandes virtuosos del American Ballet yacían en las más enrevesadas evoluciones que a veces recordaron los más torturados momentos de Balanchine o las secuencias del musical reclamadoras del fácil aplauso neoyorquino. Tharp, casi sin quererlo, es la cabeza de un estilo, de una necesidad de distinción elegante dentro de un panorama donde la técnica es el eje motor y todo lo demás es parte del espectáculo.

Twyla Tharp demuestra cómo un coreógrafo, siempre que está vivo, no repone sino crea. En 66, la primera coreografía de las tres que presentará en Madrid, ella va hacia los orígenes para sintetizarlos en un nuevo himno virtuoso.

A continuación, en Dulce campos, la carretera, que ha sido molde e inspiración para poetas, novelistas y cineastas sin pasado, vuelve a Tharp como un concepto clásico de lo norteamericano, con sus ironías y aventuras, y donde no faltan rompecorazones y seductores de tupé rockero.

Para el final de Tharp!, la coereógrafa se ha reservado una partitura de Philip Glass, titulada Héroes, donde lo sinfónico del sonido obliga a lo sinfónico del movimiento.

Inspirada directamente en David Bowie y Brian Eno, la pieza teje sobre los espectadores una visión coral poderosa e inolvidable.

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