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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Qué bien, qué bien

Qué bien ver a Hanna Schygulla en persona: era un gran amor de los años setenta, cuando hacía de María Braun, de Petra von Kant... Murió joven Fassbinder, su director, agotado de amar, de vivir, de trabajar. "Ya dormiré cuando haya muerto", decía. Ya duerme. La frase está en uno de los poemas del autor, que recita y canta en su espectáculo esta actriz. Ya tiene Hanna más. de 50 años: es una mujer del 43, y cuando canta que no cantará más Lili Marleen -ella hizo Lili Marleen, película, en 1980-, y lo sigue cantando, dice que era una canción de la guerra de cuando ella no había nacido. Tenía dos cuando terminó la guerra y era una niña dolorida en Polonia y luego en Alemania. Aprovecha la canción para decir que ella no es Lili, pero tampoco es Marléne.Ha sido inevitable que se la compare a Marléne Dietrich por sus canciones, pero no es verdad. De aquella mujer grande y huesuda a esta grata burguesita que dice cosas terribles, gordita, pequeña y sonriente,hay-un abismo. Pero algo se puede encontra en ella de un género, de un estilo de cabaré; una cierta voz grave, rasgada Cuando se escucha a Marléne, se recuerda en cambio en su voz, y su acento a Zarah Leander, que fue la que se quedó en Alemania con Hitler.

Recital de Hanna Schygulla

Jean-Marie Sénia al piano. Textos de varios autores. Festival de Otoño. Teatro de la Abadía, sala José Luis Alonso.

Hanna tiene montado su espectáculo principalmente en frances, y los recitados -no las canciones- los traduce al castellano: lo habla con, soltura -lo aprendió y lo practicó en un largo rodaje en Cuba- con un acento más bien grato. Así recita a Calderón: "Sueña el rey que es rey...", cuenta a Borges o a Neruda. Esa materia del sueño, de la vida que es y, no es, entrevista con crueldad de pesadilla, es principalmente la de sus textos: recorre las edades, se detiene especialmente en los niños y los adolescentes, a veces terroríficos; pero siempre les pone el acento de su sonrisa, la claridad de su pelo rubio y la bondad de su gesto. La aplauden, la gritan, le piden repeticiones, y alguna da. Qué bien qué bien estar cerca de Hanna Schygulla y encontrar en ella rastros de María Braun y de Fassbinder, de Godard o de Scola; y de Carlos Saura.

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