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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jazz español, en memoria de Téte

La iniciativa Nuestro Jazz. Pianos para Tete se ha estrenado atendiendo a una doble necesidad: poner, por fin, la primera piedra de un festival de jazz español digno de consolidarse en el futuro y rendir homenaje inmediato a la figura del- pianista recientemente desaparecido. La organización no ha regateado esfuerzos pero ha tenido algún error de cálculo. El evento ha resultado algo fatigoso por la concentración de nueve sesiones en tres jornadas seguidas, y ha acusado cierta monotonía tímbrica a causa de la persistente fórmula de trío de piano con bajo y batería.Abrió el pianismo algo impersonal de José María Carlés y siguió el jazz pulcro, candoroso y previsible de Ignasi Terraza. Sólo cuando subió al escenario el donostiarra Iñaki Salvador, espléndido en su intervención a piano solo, se pudo percibir que la sonrisa que esbozaba Tete en la fotografía que presidía el escenario era de auténtica complicidad. El segundo día hubiera resultado más brillante si Nani García no se hubiera mostrado tan rígido y académico y si Chano Domínguez hubiera presentado un enfoque menos reiterativo y formulario de su música. Lo mejor llegó en el ecuador del concierto, cuando el estupendo trío de Ricardo Belda supo encender la mecha de un saxofonista explosivo, Ramón Cardo.

Pianos para Tete

José María Carlés, Ignasi Terraza, Iñaki Salvador, Nani García, Ricardo Belda, Chano Domínguez, Dúo Iberia, Isaac Turienzo y Albert Bover. C. M. U. San Juan Evangelista. Madrid, 24, 25 y 26 de octubre.

Por fortuna, la jornada de clausura resultó mucho más estimulante y homogénea. Isaac Turienzo apuntó ideas y resolvió el compromiso del debú con discreción. Después, el madrileño Pedro Sarmiento y el trompetista brasileño Laurent Filipe, hicieron la música más grande de todo el festival. Las ideas iban como rayos de trompeta a piano y viceversa, en un intercambio casi físico de energía. La participación espontánea de Juanjo González aportó un emocionante punto de crudeza a una estética de refinamiento. Albert Bover aprovechó el beneficio de una sesión rítmica ilustre, Horacio Fumero (contrabajo) y Peer Wyboris (batería) para demostrar que está cerca de convertirse en un bopper de primera línea.

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