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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Estímulo

En los un tanto perplejos días tras la firma del muy insuficiente Tratado de Amsterdam, el artículo de George Soros resulta estimulante para quienes, como él, estamos empeñados, y no por capricho, en "revitalizar la idea de Europa". Que desde su -paradójicamente- ortodoxia popperiana sitúe en Europa el "prototipo de sociedad abierta" de sus afanes de escuela, o que a otros muchos (por ejemplo, los integrados en el Movimiento Europeo) nos baste con que el "Gobierno federal europeo" y el "poder judicial, independiente" de que Soros también habla, más el "Parlamento dotado de plenos poderes legislativos y de control" de que parece olvidarse, garanticen la Europa próspera, justa y -hablando de aperturas- abierta al mundo que propugnamos, no son diferencias insalvables para poder trabajar juntos o convergentemente.Soros (¿quién no?) abomina de las rigideces, y no sólo de las reglamentaristas, sino también, al parecer, de las doctrinarias economicistas que, obsesionadas por el déficit, prolongan si no agravan el desempleo. Pero en cuanto a lo primero no debe temer Soros la utilización del instrumento de la ley, menos si dotada de la flexibilidad con que, en un bien leído artículo 104 (antes 104c), puntos 2.a) y 3. del tratado, se trata el tema de los déficit, ni debe extrañarse de que quien quiere las maduras, las ventajas del euro, tendrá que aceptar las duras, por ejemplo, la ineluctable y por tantos ciudadanos exigida armonización fiscal, al menos en cuanto a la imposición en origen a las rentas del capital.

En cuanto a lo segundo, no ,debe el autor minusvalorar las potencialidades de la democracia. Por referirnos a algo por él apuntado: la "responsabilidad" de un "Gobierno... ante su gente" y la preponderancia de aquél y, por derivación, de ésta, sobre los tecnócratas del futuro Banco Central Europeo se lograría en gran parte con la modificación -imprescindible- del artículo 99 (antes 103), de tal manera que las "orientaciones" de política económica emanen conjuntamente del Consejo y del Parlamento Europeo, y sean vinculantes no sólo para los Estados, sino para la Comunidad misma, diga lo -que diga su sancta sanctorum monetario cuando no monetarista.- Madrid.

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