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Fracaso de la guerrilla colombiana por la alta participación en las elecciones municipales

El mandato ciudadano por la paz fue el gran ganador de la jornada electoral de ayer. Los colombianos que acudieron a las urnas para elegir a sus representantes municipales y regionales- dijeron con su participación sí a la paz y no a la guerra. Media hora antes del cierre de las urnas, el Gobierno emitió un comunicado en el que anunciaba el éxito de la convocatoria regional. Sin embargo, la guerrilla, que durante meses ha tratado de impedir la votación mediante amenazas, secuestros y asesinatos, logró que no hubiera votaciones en 30 municipios. A las cuatro de la tarde, hora local, se daba por seguro que la abstención, que tradicionalmente se situaba en el 60%, había disminuido espectacularmente.

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Los primeros resultados apuntaban a que el partido en el Gobierno, el liberal, aunque desdibujado y atomizado por los últimos escándalos de corrupción, mantendrá la mayoría que tiene actualmente en gobernaciones y alcaldías.En un país completamente militarizado, dentro del plan Democracia y Paz, organizado por el Gobierno, varios miembros de la policía abandonaron sus puestos de control para convertirse en delegados de mesa y en registradores improvisados. Reemplazaron a los titulares que por amenazas de la guerrilla no pudieron cumplir con sus funciones. Así se solucionó, en parte, uno de los más graves problemas de esta jornada electoral, considerada una de las más violentas (38 candidatos fueron asesinados durante la campaña) y menos democrática en la historia reciente. La consigna de ayer por la mañana parecía ser: realizar elecciones en todo el país aunque éstas no fueran muy normales.

Minutos antes de que se abrieran las mesas, a las ocho de la mañana, hora local, en helicópteros y aviones militares se transportaba, afanosamente, material electoral a algunos municipios, porque durante la noche anterior había sido quemado. Cuatro horas después en varias provincias -donde es conocida la presencia de las guerrillas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ejército de Liberación Nacional (ELN), además de los paramilitares-, oficialmente se reconocía la existencia de "algunas dificultades": falta de votos, ausencia de jurados, disparos y petardos que ahuyentaban a la población. "La votación en el área rural será muy menguada", se vaticinaba, mientras que en las grandes ciudades la afluencia de electores era masiva. En la provincia del Caquetá, al sur del país, la guerrilla hizo sentir durante todo el día que la prohibición de circular por carreteras y ríos no tenía excepción. Dispararon incluso a una ambulancia.

El sábado por la tarde, el ELN atentó contra el gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe, en la población de San Francisco. El gobernador salió ileso, pero el párroco murió. Este grupo guerrillero es el mismo que secuestró el pasado jueves a dos observadores de la Organización de Estados Americanos. Ayer, en un comunicado leído a través de Radio Net por uno de sus dirigentes desde una cárcel de alta seguridad, el ELN aseguró que los rehenes serán liberados después del lunes. "Colombia para los trabajadores; ni un paso atrás, liberación o muerte, firmado: Manuel Pérez [ex sacerdote español], Nicolás Rodríguez, Montañas de Colombia", terminó leyendo el guerrillero detenido.

La consigna de ayer era votar contra los violentos. "Pero ¿por quién?", se preguntó, al igual que muchos colombianos, el diario El Tiempo.

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