La policía danesa investiga a una enfermera por aplicar la eutanasia a 22 ancianos de un asilo
Una enfermera fue acusada ayer de la muerte de 22 ancianos en una residencia de Dinamarca. El espeluznante caso, que conmocionó a un país destacado precisamente por las mejores calificaciones interacionales en el cuidado de personas mayores, adquirió una amplia dimensión al situarse en el filo que separa el suceso -la detenida se apropió de dinero de sus víctimas- del debate social de la eutanasia. El del caso, Michael Joergensen, la acusó de practicar la "eutanasia activa" en los 22 casos. Con el rostro bañado en lágrimas, la enfermera, de 32 años, declaró su inocecida. La eutanasia es ilegal en Dinamarca, pero goza de gran simpatía popular.
La policía empezó a tirar del hilo al comprobar movimientos sospechosos en la cuenta corriente de un anciano alojado en la residencia de Vesterbro, en un m modesto barrio de Copenhague. Así se empezaron a desvelar confusas apropiaciones de dinero de distintos residentes fallecidos entre 1994 y el pasado mes de marzo, cuando la enfermera fue expulsada del asilo. Ahora, el fiscal la acusa del robo de 629.000 coronas (14 millones de pesetas)."K está decidida a morir. Se ha suspendido la medicación", anotó la propia enfermera en el diario del asilo. "Los deseos de morir de AS deben aceptarse. Se suspende la medicación".
Así, uno a uno, 15 mujeres y 7 hombres fueron supuestamente llevados hasta la muerte con altas dosis de un somnífero llamado Ketogal, derivado de la morfina, que provoca problemas cardiorrespiratorios que conducen a la muerte. Las defunciones no eran dramáticas, ya que los ancianos se debilitaban paulatinamente hasta morir, por lo que nunca se determinaron las causas exactas de los fallecimientos.
Pero las denuncias se empezaron a sumar, y surgieron las sospechas. Hace seis meses se inició la investigación.
Denuncias por hurtos
"Se puede cometer un error con las medicinas una vez, o hasta tres veces, pero cuando llegamos a 22 casos decidimos que era hora de presentar una acusación", declaró el inspector de policía Kurt Jensen, que encabeza la investigación. Esta comenzó con las denuncias por hurtos, cometidos supuestamente cuando los ancianos confiaban sus tarjetas bancarias a la enfermera para la adquisición de objetos de higiene. En un momento de la investigación, la policía pensó en exhumar algunos cadáveres, pero abandonó la idea porque los médicos forenses dudaron sobre la posibilidad de encontrar restos de la droga al cabo de tanto tiempo. Una constante entrelazaba todos los casos. Las 22 víctimas, hombres y mujeres de edades comprendidas entre los 65 y los 97 años, habían muerto en el periodo de trabajo de esa joven enfermera: desde agosto de 1994 hasta marzo de 1997, cuando fue despedida por malversaciones financieras.La presunta homicida intentó ayer ocultarse de las cámaras al ser conducida por la policía ante el fiscal. Aunque otros dos trabajadores de la residencia están bajo investigación, el fiscal ha concentrado las principales acusaciones en la enfermera.
Después de un interrogatorio de 10 horas, el juez de la Audiencia Territorial John Mosegaard decretó la libertad provisional de la enfermera -aunque reconoce que hay "sospechas fundadas"- descartando la prisión preventiva que solicitó la policía. El juez recoge también en su auto que la decisión de suministrar el somnífero Ketogan "pudo proceder" de la -doctora implicada en el caso, acusada de negligencia criminal junto con la ayudante sanitaria. La médico tiene 50 anos. La acusación popular inculpa a la enfermera de "contribuir activamente en la muerte de 22 ancianos con ánimo de lucro y por compasión". La doctora está acusada de homicidio involuntario. El juez determinó que existen motivos de sospecha en 12 de las 22 muertes, pero que carecen de la fuerza suficiente para encarcelar a la sospechosa. Considera que "en un amplio contexto" la doctora encargada del cuidado de los ancianos "pudo hacer creer a la ayudante, con su actitud, que contaba con su visto bueno". Este episodio se produce en un momento en que el problema del cuidado de personas mayores ha cobrado actualidad en los países escandinavos. Recientemente, en Suecia, una auxiliar sanitaria destapó un escándalo cuando reveló las penosas condiciones que existían en un asilo de ancianos regentado por una empresa privada.
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