La moda francesa baja a los calabozos
Galliano se decanta por lo romántico, y McQueen, por la provocación
En París tan importante como el contenido es la puesta en escena. John Galliano transformó dos salas del Louvre en una mansión estilo belle époque para presentar su colección para Christian Dior. Aunque existen salas preparadas para los desfiles dentro de Le Carrousel du Louvre (el precio oscila entre 4 y 6 millones de pesetas), muchos diseñadores optan por montar sus shows en escenarios tan dispares como unos calabozos, un castillo medieval o una sala de boxeo.
Con 84 desfiles incluidos en el calendario organizado por la Cámara Sindical de la Moda Francesa del Prét-á-Porter, además de un sinfin de presentaciones extraoficiales, durante nueve días -del 13 al 21 de octubre- París ofrece el abanico más diverso y espectacular de cara a las colecciones primavera-verano 1998.El mensaje general es la celebración del cuerpo femenino a través de prendas que acarician el torso, utilizando tejidos suaves con formas, drapeados o superposiciones de tules transparentes sobre sedas, puntos de poliamida con la inclusión de bordados, encaje y pedrería. Existen dos divergencias de este concepto: por un lado, el estilo más romántico y sofisticado, cuyo máximo exponente es John Galliano, tanto para Christian Dior como para su propia firma; en el lado opuesto se ubica Alexander McQueen, diseñador de Givenchy, con una colección agresiva, provocadora y rayando la vulgaridad.
Galliano, en su colección para Dior, transformó dos salas del Louvre en una mansión estilo belle époque con grandes ventanales, una cama de sábanas de raso y encaje. Su colección parecía alta costura, a base de vestidos de noche, con forma de sirena alargados y pegados al cuerpo en espectaculares bordados de brillantes, encajes, bordados de pedrería, faldas de profundas aperturas con detalles de lencería y medías de encaje y gargantillas de perlas strass.
Naomi Campbell
Para su propia firma, Galliano eligió el castillo de Vincenne. Bautizó su colección como Alta Bohemia y la estrella del pase fue Naomi Campbell, maquillada como la actriz afroamericana de los años cuarenta Dorothy Dandridge, con un vestido de novia blanco de tul bordado de seda con cola larga y sandalias de serpiente verde. Llamaron la atención los vestidos de ilusión óptica en punto de seda calado con borde de tul transparente entre la cadera y la rodilla, o los toques exóticos y coloristas inspirados en los dibujos guatemaltecos combinados con estampados asiáticos ¡kat para chaquetas entalladas y faldas largas o a media pierna a veces combinados con estampados de flores.Otra británica, Stella McCartney, de 25 años, debutó con la firma Chloe, ante el júbilo de sus padres, sir Paul y Linda (a quien dedicó la colección) y el amigo Ringo Starr. Mostró aires inocentes y frescos en camisolas de algodón con bordados y puntillas a veces mezcladas con trajes masculinos grises.
Alexander McQueen, diseñador de Givenchy, tiene otra visión de la mujer que no tiene nada qué ver con el espíritu del fundador de la casa: agresiva, sexy y provocadora, lo que transmitió con una colección entre vaquera con vestidos de cuero bordados de serpiente de pitón y flecos, botas, sombreros tejanos y hasta pistolas en las caderas o un espectáculo de show girls de Las Vegas con bodies de tul y pedrería.
La influencia japonesa se hace predominante con Issey Miyake, gran investigador de tejidos futuristas, quien utiliza poliuretanos mezclados con naturales para punto transparente que forma tubos que se adaptan al cuerpo. M Kawakubo, de Comme des Garçons, puso la nota intelectual con sus vestidos largos plisados verticales.
Ann Demeulemeester reconfirmó el estilo masculino a través de pantalones negros o blancos, bajos de cadera, grandes camisas blancas descolocadas por los hombros, camisetas de tirantes con el estampado holy en el pecho. Martine Sitbon puso la nota futurista con sus estampados en hilos dorados para sus vestidos de látex de cortes asimétrico.
Karl Lagerfeld, en Chanel, reinventó los clásicos sastres tweeds a base de algodón y lana, de tipo telaraña, con bordes deshilachados en pasteles multicolores y adornados con collares y pulseras de strass de colorines.
Babelia
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