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FERIA DE OTOÑO

Una tema estancada

Óscar Higares, Javier Vázquez y Luis Miguel Encabo -la terna- pertenecen a ese grupo de toreros que atesoran excelentes condiciones para desarrollar con éxito su oficio y, sin embargo, ahí están, estancados. Estancados sin hacer nada malo para que los condenen al ostracismo, tampoco nada bueno que suponga un aldabonazo y les franquee el paso al club de los elegidos. Dicen de ellos que carecen de suficientes oportunidades. Quizá sea así. Pero tampoco les han faltado. El domingo, sin ir más lejos, les salieron toros boyantes, algunos que incluso se pasaban de pastueños, y ni por esas.

La terna estaba floja de ideas. La terna estaba pesadísima. La terna no complació ni a la afición exigente ni al público triunfalista.

Buendía / Higares, Vázquez, Encabo

Toros de Joaquín Buendía (uno devuelto por inválido), bien presentados, flojos, poco temperamento, pastueños; 3º y 5º bravos. 6º sobrero de Alcurrucén, bien presentado, manso, manejable.Oscar Higares: estocada trasera perdiendo la muleta (palmas); aviso antes de matar y estocada perdiendo la muleta (pitos). Javier Vázquez: pinchazo y estocada caída (silencio); bajonazo (silencio). Luis Miguel Encabo: espadazo al vacío y medía estocada tendida ladeada (ovación y también pitos cuando saluda); estocada corta (aplausos). Plaza de Las Ventas, 12 de octubre. 7ª y última corrida de feria. Cerca del lleno.

Caray con la terna.

Óscar Higares-Javier Vázquez-Luis Miguel Encabo era el cartel y. cuando lo anunciaron para la Feria de Otoño muchos se preguntaban por qué estos y no otros. Circularon nombres alternativos.

La verdad es que habría sido igual si ponen a los otros. Mas les tocó a ellos. En la dinámica de la fiesta influye bastante la suerte y la terna se encontró metida en el abono, con una ganadería de casta, la plaza llena, la afición expectante. La oportunidad era de oro. La ocasión la pintaban calva.Y si quieres arroz...

Los toros que les salieron no se comían a nadie. Los toros tenían buen conformar, los hubo que parecían llegados de una bombonería, y ¿puede creerse que la terna no fue capaz de hacerlos el toreo?

Parecía traer mejor disposición Luis Miguel Encabo, que estuvo muy bien con el capote y a su primero le instrumentó una faena de estupendo corte. Tranquilo, templado y mandón, sacó buenas tandas de redondos. Los naturales, en cambio, le salieron faltos. de ajuste y sobrados de mediocridad.

El toro era bravo. El toro se había arrancado con prontitud y alegría al caballo, donde recargó con fijeza, y siendo admirable aquella manifestación de bravura, lo auténticamente maravilloso fue que saliera vivo del trance. Porque el individuo del castoreño lo tomó por su cuenta, hizo girar el caballo, lo puso de muralla cerrándole al toro toda posibilidad de escapatoria y le metió un varazo hasta las entrañas.Las tropelías de los picadores se han convertido en norma y no ya el toro sino la fiesta entera es su víctima. Cuando la acorazada de picar se lanza en misión de castigo, que es cada tarde, queda pulverizado el sentido de la lidia; convertido en barbarie el espectáculo.

Además de salir vivo, el toro mantuvo su encastada nobleza y Luis Miguel Encabo lo toreó con los altibajos que se han dicho. Aún le quedaba un recurso al torero: el volapié. Y se perfiló con esmero. Se perfiló sin prisas, montó el arma, adelantó el engaño, entró veloz... Y no se sabe dónde miraría o en qué estaría pensando pues centelleó el acero, pasó por un costado del toro sin romperlo ni mancharlo, se clavó en la arena y por la fuerza del impulso el torero cayó de cabeza dos metros más allá.

Qué cosas pasan en la tauromaquia moderna.

Encabo no estuvo tan reposado y auténtico en el sobrero, un manso de Alcurrucén, finalmente manejable. Voluntarioso sí. Voluntarioso manejando los engaños y en las suertes de banderillas, que ejecutaba a cabeza pasada. Ahora bien, con sólo la voluntá no se llega a figura.

Si por voluntá fuese, el Olimpo de los fenómenos táuricos sería el camarote de los Hermanos Marx. Óscar Higares y Javier Vázquez estuvieron igualmente voluntariosos y no les valió demasiado pues la afición se apercibió de que hacían un toreo ventajista, abusaban del dichoso pico, enmendaban terrenos. Y no había motivo para tanta precaución habida cuenta de que sus toros se comportaban como babosas. No el primero que, incierto por el pitón izquierdo, le pegó una voltereta a Óscar Higares al iniciar un natural. Y es justo destacar que pese a la inquietante experiencia vivida, Oscar Higares volvió a intentar torearlo por ese lado. Un rasgo.

La tema se marchó sin pena ni gloria. Y todo por no torear. Es curioso: piden una oportunidad de torear, y cuando llega, hacen así, y que toree San Pedro.

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