Fraga advierte al PP que puede haber sorpresas en Cataluña y Euskadi que anticipen las elecciones
El presidente de la Xunta, Manuel Fraga, insistió ayer en que el horizonte político español no está completamente despejado, a pesar del renovado compromiso de Jordi Pujo de sostener al Gobierno de José María Aznar hasta enero de 1999. El fundador del Partido Popular recomendó al PP que esté "preparado" para una posible convocatoria anticipada de elecciones legislativas, puesto que no debe descartarse que se genere alguna situación de inestabilidad en Cataluña o en el País Vasco. Fraga hizo esa advertencia mientras dirigentes del PP daban en Madrid por descartado un anticipo electoral.
Como el anuncio de Felipe González de que no volverá a ser candidato del PSOE, la posibilidad de que los comicios legislativos se adelanten al próximo año está siendo una cuestión ajena a la política gallega que se ha colado de modo furtivo en la campaña electoral autonómica. La hipótesis fue planteada por el propio Fraga en unas declaraciones que publicó el pasado lunes el diario Abc. La entrevista del martes entre Aznar y Pujol en Moncloa pareció disipar los temores de Fraga, pero el presidente de la Xunta, sin poner en duda la sinceridad del compromiso del líder de CiU, reiteró ayer que su partido debe mantenerse en guardia."Hay que estar preparados siempre, pase lo que pase, porque vivimos tiempos muy complejos", explicó Fraga. En lo que respecta al PP y al Gobierno de Aznar, el veterano político gallego añadió que la estabilidad está "absolutamente garantizada". Pero, a su juicio, "no ocurre lo mismo en los frentes políticos vasco y catalán".
Entre las incertidumbres que podrían surgir de esas comunidades, Fraga se refirió de modo explícito a la posible candidatura a la presidencia de la Generalitat del ex alcalde socialista de Barcelona, Pasqual Maragall, susceptible de trastocar el calendario electoral catalán. Así y todo, Fraga se cuidó de matizar: "Eso no quiere decir que yo no desee la estabilidad ni crea en ella. Sólo que hay que estar preparados a pesar de todo".
Desembarco ministerial
A la caravana electoral de Fraga se unieron ayer los dos ministros gallegos, el titular de Sanidad, José Manuel Romay, y el de Administraciones Públicas, Mariano Rajoy, quienes participaron en los mítines celebrados por el PP en Narón y Ferrol (A Coruña). Los dirigentes nacionales del PP se volcará en Galicia durante los próximos días para arropar a Fraga, quien hasta ahora había preferido afrontar la batalla en solitario, pese a la masiva presencia de miembros de la dirección federal del PSOE y personalidades de Nueva Izquierda e Iniciativa per Catalunya en apoyo de la coalición progresista. El PP gallego ha pretendido ofrecer en el arranque de campaña una imagen "autónoma y galleguista", por lo que renunció a contar con apoyos foráneos de relumbrón. Si el secretario regional del partido, Xosé Cuiña, ironizó hace unos días sobre "los desembarcos de Normandía" promovidos por el PSOE, Fraga también se ufanaba ayer ante las cámaras de TVE de que el PP "está haciendo una campaña totalmente gallega, no como otros".Sin embargo, la situación va a cambiar a partir del próximo viernes, cuando está prevista la presencia en A Coruña del presidente del Gobierno, José María Aznar, quien volverá a Galicia para cerrar la campana popular el día 17, en Vigo. A Aznar se unirán de forma inmediata los dos vicepresidentes del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos y Rodrigo Rato.
Aunque fuentes populares aseguraron ayer que estas visitas estaban programadas con varios días de antelación y se habían mantenido en secreto, desde la coalición de izquierdas comenzaron de inmediato a difundir la idea de que Fraga recurría a Aznar tras haber detectado una hipotética caída del PP en las últimas encuestas. El presidente de la Xunta zanjó el asunto con una de sus sentencias habituales: "Eso es una sandez como muchas de las que se están diciendo en los últimos días".
Tanto el PP como la coalición de izquierdas están cifrando todos sus esfuerzos en movilizar a los indecisos, que según algunos sondeos podrían alcanzar el 20% del electorado. El PSOE y sus aliados sostienen que esa bolsa de electores puede invertir la tendencia que muestran las encuestas y poner en peligro la mayoría absoluta del PP.
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