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FERIA DEL PILAR

Barrera se salva de la quema

Jandilla ha vuelto a defraudar. Corrida floja, descastada, parada y muy desigual de presencia, algunos escurridos, aunque tapándose con las astifinas cornamentas y otros con más cuajo. Entre el quinto y el sexto hubo una diferencia de 135 kilos. Reses poco propicias para el lucimiento, pero no imposibles para demostrar recursos. En este sentido, Barrera se salvó de la quema. Responsable, sereno y torero, exprimió a sus dos enemigos.El primero, manso en los primeros tercios, cambió para bueno en la muleta y Barrera impuso su personal estilo con temple, quietud y ligazón. Creyó que un pinchazo hondo era suficiente y optó por descabellar, lo que consiguió al tercer intento. El sobrero, flojo y mansurrón, desparramaba la vista y acabó escarbando. Barrera se lo llevó a los medios y estuvo muy torero con ambas manos. El astado acabó refugiado en tablas, en donde Barrera todavía le extrajo muletazos, algunos muy lentos. Difícil a la hora de matar, el diestro lo consiguió de pinchazo y media.

Jandilla / Barrera, Puerto, Tomás

Cinco toros de Jandilla, desigualmente presentados, escasos de fuerza y de todo lo demás. 4% de Guardiola Fantoni, devuelto por inválido. Sobrero de Juan Albarrán, flojo y mansurrón.Vicente Barrera: ovación en los dos. Víctor Puerto: silencio y pitos. José Tomás: silencio y pitos. Plaza de Zaragoza, 7 de octubre. 4ª de feria. Tres cuartos de entrada.

Víctor Puerto únicamente brilló con el capote. Su primero fue muy protestado por su poca fuerza. Puerto lo mimó y abusó un poco de la paciencia del público, insistiendo infructuosamente. El quinto fue un mastodonte que se ahogó en sus kilos, pero Puerto debió esforzarse algo más. Breve y con precauciones, su muleteo no agradó.

José Tomás, con algún destello de clase, estuvo desvaído y frío toda la tarde, con un exceso de desarmes y enganchones únicamente dignos de mención unos naturales a su poco franco y probón primero. Pocos recursos y poco esfuerzo con el descastado sexto, que se quedaba corto y llevaba la cara alta. Tanto él como Puerto fueron abroncados al despedirse.

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