Las elecciones de Montenegro añaden incertidumbre al futuro de Milosevic
Montenegro es básicamente una ficción legal y constitucional, pero una ficción muy importante en este momento para el presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic. La república de 600.000 habitantes -que forma desde 1992 con la madre Serbia, 10 millones, la federación yugoslava- elige hoy domingo presidente entre un mandado de Milosevie, el saliente Momir Bulatovic, y un joven ambicioso y respondón criado en los mismos pastos comunistas, pero cuyo instinto le dice que ha llegado el momento de emanciparse: el primer, ministro y favorito Milo Djukanovic.
Aunque las dos repúblicas tienen sobre el papel competencias cuasi estatales, en la práctica todos los poderes han sido ejercidos por Milosevic, que para seguir siendo el amo de Serbia ha tenido que hacerse presidente de Yugoslavia. El puesto que asumió el 23 de julio pasado, sustituyendo a Zoran Lilic al frente de la presidencia federal yugoslava, es ceremonial y por tanto incompatible con alguien que se contempla a sí mismo como el dueño de Serbia y su destino. Su actual empleo, además, y a diferencia de la presidencia serbia, no es un cargo elegido por los ciudadanos, sino por un manipulado Parlamento. La sojuzgada Montenegro nunca habría supuesto un problema para Milosevic si no fuera porque éste necesita modificar la Constitución federal para traspasar a su nuevo cargo los poderes omnímodos de que gozaba como presidente de Serbia. Y para ello se re quieren los votos montenegrinos, algo más que complicado si llega a la presidencia Milo Djukanovic, de 35 años, un teórico reformista a quien la escisión de los ex comunistas ,en esta república de papel ha colocado al frente del partido y en contra del ala ortodoxa de Momir Bulatovic, el hombre de Milosevic. Djukanovic ha dicho que Slobo es un hombre del pasado.
Milosevic tiene hoy un segundo motivo para cruzar los dedos. Después de haber perdido hace dos semanas la inveterada mayoría absoluta parlamentaria que permitía a su partido ex comunista gobernar Serbia como un cortijo, su hombre de paja a la presidencia serbia, Zoran Lilic -puesto para sucederle en un cargo que constitucionalmente no podía asumir por tercera vez- se enfrenta en segunda vuelta de las presidenciales con el caudillo fascista Vojislav Seselj. Precisamente el ultranacionalista Partido Radical de SeselJ, cuyos escuadrones de mercenarios sembraron el terror entre los musulmanes de Bosnia, ha sido el gran triunfador de los recientes comicios serbios, más que duplicando sus escaños y acercándose peligrosamente a los socialistas gobernantes.
Milosevic ha demostrado a lo largo de este año que podía desactivar a la folclórica oposición serbia agrupada en Unidos simplemente lanzando uno contra otro a unos líderes -Vuk Draskovic, Zoran DJindJic- que han demostrado no estar a la altura de las circunstancias. Montenegro puede resultar diferente. Djukanovic lleva casi dos años coqueteando con Europa y Estados Unidos, pero el atareado Slobo no ha podido parar su ascenso.
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