Un instinto filológico
Ya es María Rosa y su Ballet Español en el Centro Cultural de la Plaza de Colón algo así como una compañía residente, los habituales de la casa, y allí se reúne su fiel público, donde no falta la profesión y muchos de esos rostros que se dan en llamar de los famosos.El programa de anteayer estuvo muy bien presentado, con esmero en la luz, trabajadas sobre una paleta cromática intensa, como los trajes, y confiando en los solistas de las nuevas generaciones. María Rosa siempre se ha distinguido por su esmero personal, su pinta pulcra, atildada hasta el detalle, la combinación siempre exacta entre el color de los zarcillos, la peineta de coral y los zapatos de galgas; la veterana artista tuvo una primera aparición conmovedora, ataviada a la antigua, con un hermoso traje negro, clásico en el mejor sentido de lo español y así hizo Asturias, en una versión personal que incide en el virtuosismo de los palillos, una de sus bazas más fuertes desde siempre, y lo que demuestra que siempre los artistas maduros tienen algo importante que enseñar a los jóvenes.
María Rosa y su Ballet Español
Allegro de Concierto: Antonio / Enrique Granados; Asturias: María Rosa / Albéniz; Paso a cuatro Antonio/ Sorozábal; Zapateado: Antonio / Sarasate; Aragón: Pedro Azorín / Ruiz de Luna; Concierto de Aranjuez: María Rosa-Antonio Alonso / Joaquín Rodrigo; Andalucía baila: María Rosa-José Ortega / J.. A. Díaz y A. Amaya. Ciclo de Baile Español. Centro Cultural de La Villa de Madrid. 1 de octubre.
En el caso de María Rosa, lo verdaderamente ejemplar es su instinto filológico, su deseo y tesón en el concepto de repertorio, y donde no ha escatimado, esfuerzos para mantener vivas las coreografías de Antonio y el esmerado trabajo de, por ejemplo, Azorín con las jotas. No siempre le ha salido bien, pues estas empresas que contienen desde lo estrictamente arqueológico a lo memorial coréutico, requieren desde amplios recursos materiales a plantillas de cuerda prismática en la interpretación.
María Rosa apuesta duro por las que sabe son sus últimas veladas en escena, da todo lo que puede y sus bailarines bailan con entusiasmo. Si el Paso a cuatro no deja detrás la estela de triunfo y perfección que debiera, sí hay un bravo sincero al conjunto de las jotas en Aragón, a la notable subida de José Triguero como primer bailarín, que baila hoy mejor y más elegante que ayer en todas sus intervenciones y sobre todo en ese hueso tan duro de roer que es el Zapateado. Y una mención a Chaquetón, que le canta como una caricia a María Rosa en Viva Cádiz al final de la noche y donde la bailarina saca de sus recuerdos un cimbrear de hombros tan andaluz como refinado.
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