Las dudas del Polisario
Los refugiados observan con escepticismo el plan de pacificación
El acuerdo firmado hace 10 días en Houston (Tejas) entre altos representantes de Marruecos y del Frente Polisario, en el que se anuncia la celebración, dentro de un año, del referéndum sobre la autodeterminación del Sáhara Occidental, no parece desatar grandes muestras de alegría entre los refugiados saharauis de Tinduf (en el desierto del sur de Argelia). Entre el escepticismo de los habitantes huidos hace 22 años de la antigua colonia española, los dirigentes de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) expresan numerosas cautelas ante un acuerdo con demasiadas "imprecisiones" y sin suficientes garantías para llevar a cabo una consulta popular que las Naciones Unidas ya habían convocado en 1992.Es evidente que los saharauis no se fían de Marruecos ni de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso), a cuyos responsables acusan del fracaso del proceso de descolonización, que quedó empantanado por las disputas sobre la identificación de votantes entre Marruecos, que ocupa de hecho la mayor parte del territorio, y el Polisario, que prefiere seguir en el exilio, junto con más de 160.000 refugiados, antes que renunciar a la independencia.
"La llegada de James Baker (ex secretario de Estado de Estados Unidos) hizo resucitar las esperanzas". Así lo reconoció el jueves Bachir Mustafá Sayed, ministro de Exteriores de la RASD, en la apertura de una conferencia internacional de apoyo al plan de paz a la que asisten dos centenares de representantes de organizaciones no gubernamentales, de la cooperación institucional española y personalidades como el premio Nobel de la Paz José Ramos Orta. "El nivel de las delegaciones y la celeridad (en las negoclaciones) permitió llegar a acuerdos en aspectos hasta entonces espinosos", según Sayed. "Sin embargo", ágregó, "no todo el monte es orégano. Los tropiezos pasados, las imprecisiones de algunos aspectos del plan y la ausencia de sólidas garantías a la hora de su ejecución recomiendan mucha prudencia". En resumen, el acuerdo de Houston es aceptable para los dirigentes saharauis, pero temen que su fase de aplicación sea torpedeada por Marruecos. ¿Quién controlará la frontera norte (con el territorio marroquí internacionalmente reconocido) del Sáhara Occidental durante las tres semanas de campaña electoral?, o ¿Quién vigilará el espacio aéreo durante el acantonamiento de tropas pactado antes del referéndum? ¿Sólo habrá observadores oficiales (ONU y la Organización para la Unidad Africana, OUA) o también habrá delegados independientes?, vienen a preguntarse los líderes de la RASD.
Pero el elemento clave sigue siendo, como hace cinco años, el censo electoral. Mahfud Alí Beiba, primer ministro de la RASD y firmante del acuerdo de Houston, admitió ayer que la cifra de 80.000 votantes anunciada por James Baker "es sólo aproximativa". Alí Beiba dejó claro que los miembros de s tribus del Sáhara recogidas en los apéndices del censo español de 1974 (entre 60.000 y 70.000, además de los 75.000 oficialmente regisrados por las autoridades coloniales) podrán votar si justifican su vinculación al Sáhara Occidental. Pero no podrán ser incentivados (por Marruecos), tendrán que cumplir los requisitos de identificación a título individual", advierte Alí Belba, quien reveló ayer que no tuvo ningún inconveniente en abrazar al ministro del Interior marroquí, Dris Bassri, tras sellar el acuerdo ante James Baker."Para nosotros fue un éxito poder continuar las negociaciones directas con Marruecos", explicó.
Previsiblemente, los líderes del Poliisario no acudirán a hacer campaña al territorio controlado por Marruecos, y los refugiados en los campos de Tinduf depositarán sus papeletas en el referéndum en urnas situadas en territorio liberado, el área del Sáhara situada fuera de los muros de defensa marroquíes y patrullada por tropas saharauis. "La campaña sólo atañe a la población censada, si se lleva adelante ante la población de colonos (marroquíes instalados en el Sáhara Occidental ) podría haber disturbios o actos de terrorismo, lo que daría pretexto a una intervención de las fuerzas marroquíes", se justifica el ministro de Exteriores de la RASD. Marruecos, por su parte, no aceptará que se despliegue la bandera saharaui en El Aaiún, por ejemplo.
Mientras, los refugiados que viven en torno a la escuela 27 de Febrero, donde se celebra estos días la conferencia internacional de apoyo al plan de paz, esperan con fe ciega a que sus dirigentes les lleven de nuevo a las casas de donde escaparon tras la Marcha Verde, en noviembre 1975. "No sabemos en qué consiste el plan de paz", explica un profesor nacido en El Aaiún en correcto español, una lengua que sus alumnos apenas ya hablan. "Pero seguiremos el camino que nos marque el Polisario, aunque haya que volver a las armas".
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