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¿Qué es una ley de la naturaleza?

"La naturaleza y sus leyes dormían en la oscuridad. Y dijo Dios: '¡Hágase Newton!'. Y todo fue claridad".El ripio que Alexandr Pope escribió a modo de epitafio alude, quizá sin pretenderlo ,a una honda cuestión de la filosofía natural. Porque... ¿Qué es una ley de la naturaleza? ¿Mero conocimiento elaborado por la mente humana o una propiedad íntima de las cosas y sucesos de este mundo? (Algo, no menos turbador, puede enunciarse de la ausencia de la ley: ¿es el azar un producto de nuestra ignorancia o un derecho intrínseco de la naturaleza?). Se diría, por un lado, que las leyes de la naturaleza existen sin necesidad de que alguien las conozca. La célebre manzana no fue el primer objeto que se cayó según la ley de Newton. Y los planetas se mueven ¡según esta mismísima ley! mucho antes de que la primera inteligencia se asomara a este universo. Pero, por otro lado, se diría que las leyes no son más que modelos imaginados. ¿Cómo si no pudo Einstein proponer luego otra teoría de la gravitación mejor? La cuestión parece fácil: una cosa es la ley y otra el conocimiento de la misma. Según esto, la ley que duerme en la oscuridad existe, es una, permanente y propia de la naturaleza. Es el modo de despertarla, es decir, es su representación mental la que cambiaría. Pero ¿por qué habría de existir una ley de naturaleza? ¿Sólo porque a veces tenemos la ilusión tenaz de conocerla más o menos provisional y parcialmente?

¡Diversas verdades científicas caducables como garantes de la existencia de una verdad natural absoluta! ¿Es eso serio? Conocer una ley y constatar que el mundo es compatible con ella no es suficiente para asignarle rango de ley de la naturaleza. "Las pulgas no se vuelven sordas en el momento de perder su sexta pata" (proposición de ley de la naturaleza) sólo porque justo entonces dejan de obedecer las órdenes de su domador (sólido resultado experimental). Las grandes teorías, leyes, modelos y modelillos de la ciencia pueden demostrarse falsos, pero jamás, verdaderos (en contraste con las creencias e ideologías que se asumen verdaderas y cuya falsedad nunca puede demostrarse).

Las leyes del conocimiento científico simplemente funcionan hasta que dejan de funcionar. Por lo menos en eso, las leyes de la ciencia se parecen a las leyes de la ética o del derecho. Hay sin embargo una diferencia radical.En ciencia una teoría no se sustituye por otra como quien derruye un puente obsoleto de troncos podridos para construir en su lugar una maravilla de la ingeniería del acero. Más bien se parece a las sucesivas visiones que tenemos de un paisaje cuando escalamos una montaña. Al ganar altura se consiguen nuevas y más amplias panorámicas y sobre todo insospechadas conexiones entre las vistas de menor cota (la manzana y el planeta obedecen la misma ley). Pero un punto de vista no elimina los anteriores (Newton versus Einstein), que siguen en su sitio para el gozo local aunque, después de la esforzada ascensión, se nos antojen partes menores de un esquema más global. De esta hermosa metáfora (creo que es de Einstein) conviene exprimir una gota más. El paisaje es la ley natural y la vista desde la cima su representación final. El conocimiento es una montaña sin cumbre reconocible a la que sin embargo nos acercamos tanto como queramos. Y la posibilidad de aproximación indefinida a algo sugiere, con fuerza irresistible, que ese algo existe. Esa es la ley de la naturaleza. Es una idea parecida a la idea de perfección: la perfección existe (porque es imaginable), pero no es perfecta (porque es inalcanzable).

Jorge Wagensberg es el director del Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa, Barcelona.

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