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La periodista Conxa Rodríguez bucea en la biografía de los Thyssen

Maribel Marín Yarza

La periodista catalana Conxa Rodríguez ha dedicado tres años de su vida a la biografía de la familia Thyssen. Rastreando en el movido pasado de esta familia "surgida en el periodo de entreguerras del imperio de la industria pesada del Rhin", la corresponsal del diario Avui en Londres ha llenado las 300 páginas del libro Los Thyssen, por amor al arte con datos y opiniones que prometen levantar polémica.Carmen Cervera, quinta esposa del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornernisza -Heini para sus amigos-, ha manifestado a una revista que no conoce el libro de Rodríguez, pero que debe "estar lleno de falsedades". La autora, por su parte, alegó ayer en Madrid que ambas cosas son inciertas: "Conoce el libro tan bien que al principio era favorable a la idea y colaboró durante meses enviándome documentación. Yo le mandé varios capítulos y en agosto le envié el manuscrito final. Pero cuando le pedí las cartas que se cruzaron su suegro y Adolf Hitler, en las que el dictador le pedía al barón el cuadro La ninfa de la fuente, de Lucas Cranach el viejo, a cambio de devolverle unas cartas anteriores, la baronesa dejó de contestar a mis llamadas".

Rodríguez cree que la relación de los Thyssen con el nacionalsocialismo fue ambivalente. "Fritz,tío de Heini, logró que 600 grandes empresarios de la Cuenca del Rhin acudieran a escuchar a Hitler en un mitin en Düsseldorf en 1928. Muchos de ellos ayudaron a financiar al partido nazi, y el propio Fritz entregó un millón de marcos. Eso le costó ser condenado en el proceso de Nuremberg, pese a que había mostrado su oposición a la invasión de Polonia y había sido internado por ello en el almacén de prominentes de un campo de concentración".

El libro cuenta también el exilio del padre del barón, "menos nacionalista" que su hermano, e indaga en el origen de la colección familiar, creada por August, abuelo del actual barón y gran admirador de Rodin: "El personaje más divertido de la familia compró entre 1928 y 1929 unas 300 obras, algunas a marchantes judíos y muchas al comisario nazi encargado de limpiar los museos de arte degenerado".

Rodríguez repasa también "la tendencia al culebrón, al divorcio y a los pleitos por herencia de la famila"; reconoce que el barón "edificó un verdadero imperio a partir de una herencia difíicil", y finalmente compara "la valía de la colección Thyssen-Bornernisza en relación a otras que existen ya en, Occidente" y analiza en profundidad la operación de venta a España, que "costó 60.000 millones y no 44.000".

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