Zaplana reclama soberanía para dirimir la polémica sobre el catalán
El segundo debate de política general desde que el PP conquistó la Generalitat valenciana sólo aportó ayer, en las Cortes regionales, una promesa concreta del presidente autonómico, Eduardo Zaplana: su voluntad de encomendar al Consejo Valenciano de Cultura (CVC), órgano consultivo de la Generalitat en materia cultural, que dictamine sobre la polémica cuestión lingüística. También se refirió a su ya anunciada intención de modificar el Estatuto para poder disolver las Cortes de forma anticipada. Pero introdujo un nuevo matiz al seña lar que con ello no apela a una fa cultad que ahora no le sería "de ninguna utilidad" en el plano político valenciano, y precisó que lo que reclama es "una posibilidad mayor de poder influir en el deba te político nacional". Zaplana, líder del PP, y el portavoz del Partido Socialista del País Valenciano, Antonio Moreno, se enfrascaron en un diálogo de sordos. Llevaban bien preparados sus respectivos discursos y apenas se salieron del guión. Zaplana se aferró a la buena marcha de la economía y al "todo va bien", defendió el "poder valenciano" en las instancias nacionales y reafirmó la "voluntad dialogante" de su Ejecutivo y del grupo parlamentario que le sustenta. El portavoz socialista negó los logros, ridiculizó el poder de influencia del Consell ante el Gobierno central y criticó la ausencia de diálogo.
"Fundamentos científicos"
Zaplana anunció: "Voy a encomendar al Consejo Valenciano de Cultura que ejerza la tarea estatutaria y funcional de velar por la defensa de los valores lingüísticos valencianos, dictaminando sobre esta cuestión desde su imparcialidad asentada tanto en fundamentos científicos como históricos, mediante los mecanismos que le galmente se ajustan a su propia naturaleza jurídica". El presidente había propuesto poco antes in tentar "culminar el proceso de asunción de competencias en materia lingüística" y que dos "principios incuestionables" presidan el proceso. El primero hacía referencia a la denominación: "Como pueblo tenemos derecho a que nuestra propia lengua lleve nuestro propio nombre", dijo Zaplana, rechazando así la denominación académica de lengua catalana. Y el segundo reclamaba un órgano propio: "Tenemos derecho a disponer de autoridad lingüística propia. Si el valenciano constituye una seña de identidad irrenunciable, sería absurdo delegar la capacidad de decisión a ningún órgano que no estuviera a nuestra propia disposición".
Con este segundo "principio incuestionable" Zaplana rechazaba la autoridad del Institut d'Estudis Catalans y proponía que una instancia propia sea la que ejerza la autoridad en la materia. Esta propuesta de Zaplana fue rechazada de plano por los dos partidos de la oposición.
Por lo demás, el debate apenas existió. Si el presidente acudía a las cifras del Inem para defender que el paro ha descendido, el portavoz socialista echaba mano de la EPA para afirmar lo contrario.
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