A los intolerantes
Cuando por fin nos habían hecho creer que todos éramos uno, cuando nuestros ilustres políticos han repetido que todos íbamos en el mismo barco, cuándo desde los medios de comunicación han llenado nuestro caluroso verano de grandilocuentes palabras como tolerancia, paz y libertad, alguien ha tenido un fallo... Un fallo grave, eso sí, el de ser tolerante de verdad, y los que se jactan de ello sin serlo no se lo han perdonado.Cuando José Sacristán sube a un escenario a defender la paz y la libertad, no importan sus ideas. La paz y la libertad son iguales para todos, para la izquierda y para la derecha, y el que así no lo entienda debería, antes de abuchear, practicar la tolerancia, otra de esas manidas palabras de las que todos alardeamos. No todos los que asistieron al concierto-homenaje a Miguel Ángel Blanco fueron tolerantes, no deben serlo en su vida normal, lo han demostrado otras muchas veces. Ni José Sacristán ni nadie merece ser blanco de su hipocresía.
Aun así, no podrán nunca con los que de verdad creen que para defender la paz y la libertad sólo hay un bando. Somos muchos más.-
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