Peligrosa confusión

POCAS RAZONES pueden ofrecer los políticos a sus ciudadanos para justificar ahora la decisión de vacunar contra la meningitis, precisamente la opción que no tomaron hace apenas dos meses en Oviedo, cuando tenían sentados a su mesa a los mayores expertos nacionales y extranjeros en la enfermedad. Si se apoyan en un argumento sanitario, la realidad les desmiente, dado que las cifras de incidencia no han variado desde entonces; y si es sólo político, mal van a convencer a unos padres que lo único que desean saber es si la vacuna es necesaria o no desde el punto de vista médico.El argumento sanitario, la necesidad de vacunar, no fue respaldado por los expertos y representantes de las sociedades científicas presentes en la reunión de Oviedo. Actualmente no hay en España suficiente número de casos como para plantear vacunaciones masivas, dijeron contundentes los científicos. Con todo, y para aquellas comunidades que, por miedo al coste político que pueda suponer un solo enfermo en su región, han decidido inmunizar, los especialistas lanzan un último consejo: al menos que se avise a la población de las limitaciones de la vacunación, ya que no es efectiva en el 100% y su eficacia es nula en los niños menores de dos años.

Los mensajes en torno a la meningitis C siguen siendo poco claros para la población. Si el pasado invierno los ciudadanos padecieron la falta de información y las contradicciones en el seno de la propia clase médica, esta temporada se preguntarán a qué responde la vacunación masiva, cuando sus propios promotores les dicen que no hay motivos de alarma. La reunión de Oviedo fue una oportunidad perdida para el consenso.

Lo único claro, por el momento, es que la vacuna no provoca efectos secundarios. La política insegura sí los tiene. Entre ellos, el acrecentamiento de la desconfianza del ciudadano, muy peligroso en el terreno de la salud.