Lección de Pires y Caussé con la orquesta de Lyón
Con dos lecciones de pura música dictadas en el teatro Victoría Eugenia por la pianista MaríaJoao Pires (Lisboa, 1944), el violista Gerard Caussé (Toulouse, 1948) y la Orquesta Nacional de Lyon, dirigida por Eminanuel Krivine (Grenoble, 1947) quedó clausurada la rica y múltiple 58ª quincena después de 60 conciertos, recitales y espectáculos, celebrados en 15 escenarios distintos, a los que asistieron 40.000 personas que produjeron unos ingresos aproximados de 62 millones de pesetas, la cuarta parte del presupuesto total. Los diversos ciclos han tenido como ejes las conmemoraciones centenarias del Orfeón Donostiarra y del compositor Pablo Sorozábal pero también se atendió significativamente a las tres conmemoraciones universales del año: Schubert, Mendelssohn y Brahms.
La excepcional María Joao Pires abordó el concierto en la menor, de Schumann, con una hondura de concepto, una transparencia sonora, un preciosismo de juego y un poder expresivo que sólo pueden calificarse de magistrales. No en vano la gran artista portuguesa figura entre los grandes nombres; del pianismo de nuestro tiempo.
Versión espléndida
Análogas virtudes resplandecieron en el profesor de viola Gerard Caussé, actualmente adscrito al cuadro docente de la Escuela Reina Sofía de Madrid, en una versión espléndida de Haroldo en Italia, de Berlioz, gran sinfonía poemática en cuatro partes inspiradas en lord Byron (Peregrinación de Childe-Harold), idealista, gestual, sutilmenté lírica, a ratos pintoresca y con poéticos halos popularistas.
Gerard Caussé acertó a clarificar ese mundo complejo a través de, su alto virtuosismo, puesto en todo momento al servicio de la idea musical hecha arte original y evocador. Cuatro años posterior a la Sinfonía fantástica, pues se estrenó en 1834, en Haroldo Berlioz "desencadena todos los recursos de su prodigiosa orquesta y se entrega a una fiesta de sonoridades insólitas en su tiempo", como escribe Massimo Mila.
El director Krivine, que fue gran violinista y excepcional músico de cámara, se identificó en sentimiento y expresividad con el solista en forma modélica y la orquesta lyonesa hizo brillar con belleza sus excelentes arcos.
El éxito de todos alcanzó dimensiones fuera de lo común, como lo era también la música que se ofrecía.
El enfrentamiento entre dos romanticismos, el de Schumann y el de Berlioz, decía mucho acerca de la riqueza de un movimiento sentimental y estético que modificó, tanto en la sustancia como en las formas, muchos supuestos de la creación musical europea.
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