Muti, un gran espectáculo
Noche de gala en el Victoria Eugenia con la primera actuación de la Filarmónica de la Scala dirigida por Riccardo Muti. Si la formación milanesa tiene calidad y brillo bien reconocidos, el maestro figura entre los estelares de la dirección contemporánea. Con ello y un programa de repertorio, el éxito estaba asegurado y tuvo muy bello preámbulo en la Poco frecuentada obertura de MendelssoHn, Mar en calma y viaje feliz. La sensibilidad de Muti pudo medirse desde esta página de tibias coloraciones y mesurada expresividad para volver en su mayor potencia y efectividad en otra obertura, dada fuera de programa: La forza del destino, de Verdi, de todo punto admirable.Menos convincente fue la Cuarta sinfonía de Schumann, tendente a la iluminación, el virtuosismo y el rigor métrico. Tuvo una ventaja: el fuerte impulso que animó un gran sentido de la continuidad, mucho más evidente que la poética intimista que alienta siempre en Schumann.
Con instrumentistas cómo los de la Scala, la versión raveliana de los Cuadros de una exposición alcanzó cuanta plasticidad sugirieron a Mussorski las pinturas de su amigo Hartmamm. Muti agotó las posibilidades dinámicas y agónicas con vivo sentido de lo espectacular, y el público respondió con entusiasmo.