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Una exposición recuerda la época renovadora de Mahler en Viena

Una exposición en el Museo de Teatro de Viena titulada La era de Mahler presenta el espíritu innovador e irreconciliable del compositor Gustav Mahler en su función de director artístico de la ópera de la Corte de Viena (Hofoper) entre 1897 y 1907 y plantea el dilema del artista que asume altos cargos instltuclonales.Gustav Mahler rompía esquemas a pesar de la inflexible adversidad de su entorno. Fue el primero en representar en Viena las óperas de Wagner en su entera duración, sin recortes. Transformó radicalmente el sistema de repertorio e impuso a los cantantes la actuación teatral. Fomentó como nadie las obras contemporáneas y prohibió la entrada a los espectadores que llegaran tarde. De todos, incluso del público, exigía entrega absoluta. Quería conseguir la obra de arte completa, una unidad de lenguaje y música que se extendiera hasta el último detalle.

Ebullición de fin de siglo

"La década de Mahler fue la más brillante en la historia del teatro moderno de Austria", dice Oskar Prosch, comisario de la exposición. La muestra está montada a partir de una arquitectura muy expresiva y colorista que logra transmitir el clima de aquel fin de siglo de ebullición artística ofreciendo diferentes enfoques sobre la vida y obra de Gustav Mahler. Al entrar, el visitante se encuentra ante una serie de enormes retratos fotográficos que resumen los años de juventud de aquel genio musical nacido en Bohemia, que empezó a componer a la edad de cuatro años. Se observa cómo año tras año va desapareciendo la serenidad de las suaves líneas de su rostro. Cuando hace 100 años Mahler asumió la dirección del entonces mayor teatro de ópera europeo, su expresión era tensa y aguda.

"Se le nota en la cara que está dispuesto a acabar con la mala gestión y la corrupción... El nuevo director de la Hofoper ha dado ya tantas muestras de su capacidad, que todos están intrigando contra él". Este comentario del periodista Karl Kraus subrayaba los ataques contra aquel personaje de indiscutible talento musical. Hasta sus más fieros enemigos reconocían su maestría al dirigir Mozart o Wagner. Pero muchos se burlaban de sus interpretaciones de Beethoven.La viuda de Richard Wagner, Cósima, era una de las intrigantes. Con la intención de frenar el ascenso del artista, escribía en una carta: "Dicen que Mahler es muy odiado. Recientemente alguien del público le gritó: '¡allí viene el diablo negro!' Es muy inquietante que este personaje se encuentre en Viena...".

Colocadas una frente a la otra, una cruz y una estrella de David simbolizan en la muestra la conversión de Mahler al catolicismo en 1897. En toda Centroeuropa proliferaban las corrientes antisemitas y nacionalistas. "Soy triplemente un sin patría", decía el artista, "corno bohemio entre los austríacos, como austriaco entre los alemanes y como judío en el mundo entero".

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