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El "enemigo número uno"

Lima sataniza al general Moncayo,jefe de las Fuerzas Armadas ecuatorianas

Para muchos peruanos es "el enemigo número uno". Las críticas y descalificaciones le llueven a diario desde los medios próximos al Gobierno y al Ejército. Pero los que conocen bien su trayectoria profesional le respetan. Un destacado funcionario peruano confiesa que en su país "no hay un solo oficial de la talla del general Moncayo".Francisco Moncayo Gallegos, jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador, tiene sin duda más poder que el que le otorga el puesto. Reúne todos los ingredientes para ser considerado el hombre fuerte. Sobretodo, desde que el anterior presidente, Abdalá Bucaram, fue destituido por incapacidad manifiesta. Pero es la antítesis del militar gorila. "Se me ha querido hacer aparecer como golpista, se dijo que yo eché a Bucaram, cuando fue todo lo contrario. Traté de mantener un sistema, un régimen elegido democráticamente. Después, las Fuerzas Armadas mantuvimos la democracia en una circunstancia de crisis en la que corría grave riesgo. De haber sido realmente un ambicioso, un golpista... tenía el poder en mis manos, pero no", declara.

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El general Moncayo reconoce que "en Perú, la mejor forma de desacreditar a alguien es diciendo que es amigo de Ecuador, y, peor todavía, que es amigo del general Moncayo. No pasa un día sin que en las páginas de ciertos periódicos y revistas yo aparezca como el Hitler latinoamericano, como el hombre perverso que está buscando cómo causar daño a Perú".

Con firmeza castrense el general afirma sin pestañear: "No hay solución militar para el problema ecuatoriano-peruano. No la hay. En caso de que hubiese otra guerra y nosotros condujéramos tan bien nuestras operaciones que infringiéramos una derrota a Perú, sólo se exacerbaría la enemistad y no se llegaría a un acuerdo. Si, por el contrario, Perú tuviese un éxito militar y nos obligase a lo que ellos creen que deben obligarnos, sería el comienzo de otro proceso de reivindicación de Ecuador similar al de 1942 cuando tras ocupar nuestro territorio nos obligaron a firmar un tratado [el Protocolo de Río]". El número uno de la jefatura militar ecuatoriana no oculta el riesgo de un conflicto tras la adquisición de los MIG 29 por la Fuerza Aérea peruana. "No queremos hacer una guerra contra nadie, pero tenemos los medios para defendernos ante cualquier agresión". Habla el general Moncayo del enfrentamiento entre Estados, en el que predominan las irracionalidades. "Así fue en el 95, con la única diferencia de que esta vez nos defendimos bien, porque a pesar de ser mucho más débiles que ellos supimos encontrar la estrategia adecuada para hacer una defensa heroica". La batalla terminó en tablas, con sabor a derrota para Perú, ya que la zona desmilitarizada de 500 kilómetros cuadrados estaba bajo soberanía de Lima.

El general Moncayo no esconde ambiciones políticas: "Yo soy militar. Mi carrera se acaba en febrero del año próximo. Cuando deje el uniforme, todo será distinto. Hay muchos militares de prestigio que cuando pasan a la vida civil les cubre el manto del olvido. No se puede pronosticar cuál va a ser mi vida cuando tenga el derecho a usar de mis derechos cívicos, que en 40 años he cedido a mi vocación de servir al país a través de la carrera militar".

El jefe del Ejército ecuatoriano recuerda la complejidad de las relaciones entre los dos países, que se remontan a los tiempos de la colonia. "A lo largo del tiempo se ha ido configurando una absurda mala relación entre los dos países, que perdura hasta fines de este siglo. No es un problema que se reduce simplemente a unos kilómetros más o menos, sino que es un problema histórico, psicológico, social, jurídico. Además hay dos historias distinas. La historia peruana dice una cosas, y la ecuatoriana, otras. Cada parte está convencida que tiene la verdad. Y son historias que empujan hacia la separación y la enemistad".

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"En 1941, Perú nos invadió de nuevo, tomó dos provincias y la parte de la Amazonía y nos impuso un tratado, el protocolo de Río, tan mal hecho que no determina claramente la frontera, que no ha podido terminar de definirse", señala el general Moncayo.

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