_
_
_
_
Reportaje:Dustin Hoffman | Actor

"Cada película es la primera cita con una chica"

Como actor, Dustin Hoffman se acerca a la treintena de películas, mientras que en su vida privada la sesentena se hizo realidad este mismo mes.Sin embargo, este tímido intérprete de voz con tono algo nasal, definido por sus compañeros de profesión como el perfecto retrato de un perfeccionista, y por aquellos que le aprecian poco porque tiene fama de ser una persona difícil a la hora de rodar una película, es capaz de recuperar su inocencia cada vez que se enfrenta a un nuevo filme. Hoffman compara cada rodaje con la primera vez que salió con una chica. "Es como una cita: la primera. Una cita que se prolonga durante todo el rodaje. Especialmente el trato con el director, que se acaba convirtiendo en novia, para lo bueno y para lo malo", comenta con humor, mientras señala en dirección a Barry Levinson, con quien acaba de filmar Wag the dog.

Más que un noviazgo, el tándem Hoffman y Levinson ya es un matrimonio. Se encontraron por primera vez en Rain man -personaje por el que Hoffman recibió su segundo Oscar al mejor actor protagonista-, volvieron a citarse en Sleepers y, como uña y carne, han reincidido en las dos últimos trabajos de ambos: la sátira de Hollywood Wag the dog y Sphere, basada en el libro de Michael Crichton. "Hoffman siempre es el primero en quien pienso cuando voy a dirigir una película. No sé quiénes dicen que es un tipo difícil", aclara Levinson. "No lo es, ni remotamente. Sin embargo, me temo que tendrá que aguantar este sambenito toda su vida".

Recluido en uno de los hangares de la que fue la base naval estadounidense de Mare Island, en California, donde rueda en la actualidad este proyecto del género de ciencia-ficción, Hoffman tampoco quiere ocultar su admiración por Levinson, a quien considera "un tipo raro" dentro de la industria de Hollywood, un director que abre al actor espacios donde maniobrar, en lugar de someterle a las estrecheces de un guión totalmente cerrado. "Ya sé que la primera función del director es controlar, y los hay de primera calidad entre los que sólo quieren que repitas como un papagayo la idea que ellos tienen metida en la cabeza de lo que tiene uno tiene que hacer. Pero como actor", y baja la mirada con un aire humilde, "es mucho más agradable que te dejen suelto". Ésta ha sido la forma de trabajo de ambos en Wag the dog, una película con toda la pinta de rompedora, que se ha logrado culminar gracias al dinero aportado por los actores y que fue filmada en 29 días -"uno menos de lo previsto"-, con presupuesto inferior a los 10 millones de dólares.

Basado en un guión del célebre dramaturgo y guionista David Mamet, el filme cuenta el tira y afloja entre un consejero presidencial y un ejecutivo de Hollywood. Dustin Hoffman se encarga de este segundo personaje, mientras Robert de Niro, encarna al primero y Woody Harrelson interpreta el papel de un presidiario al que quieren hacer pasar por presidente de EE UU. "Hubo que filmar de forma desacostumbrada, con cuantas tomas largas hiciera falta, para conseguir que fueran los actores quienes descubieran y acabaran creando el sentido del filme", explica Levinson.

Esta forma de rodaje apasionó a Hoffman, amante del teatro -en el que recreó el Willy Loman de Muerte de un viajante, de Arthur Miller, en 1984- y siempre estimulado y predispuesto a la improvisación, como demostró en Rain man, donde, sus mejores ideas para dar vida a aquel personaje autista surgieron de forma espontánea delante de la cámara. Además, la combinación entre los mundos de Hollywood y de Washington, que es la base del enredo del filme, en la que el ejecutivo californiano y el consejero presidencial intentan distraer la atención de los estadounidenses de la figura de su presidente, que es un pederasta, llevando al país a la guerra contra !Albania!, gracias a manipulaciones informativas en medios de comunicación, es algo que le divertía mucho a Hoffman.

Dice el actor: "Política y cine, Washington y Hollywood, son lo mismo. ¿Dónde está la diferencia? En ambos lugares el trabajo consiste en hacer creer lo que no es cierto. Y los medios de comunicación son los primeros cómplices de la mentira", afirma, con un sarcasmo que parece heredado de su personaje en el filme. Desde su comienzo en el El graduado, Hoffman nunca ha ocultado su gusto por las actitudes cínicas, fuera o dentro de la pantalla. A este gusto se ha unido con los años su preocupación por el mundo que le rodea, en el que, en su opinión, el cine tiene una fuerte influencia: "¿Cómo puede decirse que la violencia en el cine no tiene nada que ver con las matanzas cotidianas que nos cercan?", afirmó en el festival de Cannes, poco días después de los asesinatos múltiples ocurridos en Tasmania y Dunblane, Escocia.

Dentro de su profesión, Hoffman también se siente con la necesidad de protegerse del sistema imperante en Hollywood, que es lo que le ha valido el sambenito de actor difícil, cuando él afirma que esta actitud tiene por objeto poder hacer bien su trabajo. Formado en la escuela neoyorquina del llamado método de los herederos (Michael Chejov, Elia Kazan, el Actor's Studio) de Stanislavski, Hoffman suele entregar al principio de sus rodajes lo que ya se ha dado en llamar su manifiesto: una versión comentada del guión, con todas las anotaciones que se le ocurren mientras lo estudia. Esto no significa que quiera sentarse en la silla del director, cosa que jamás ha hecho, sino proteger su idea y su pasión de interpretar. "En una ocasión oí decir a Donald Sutherland que él se ponía por completo en las manos del director. Dios le bendiga, pero yo nunca he sido capaz de hacer tal cosa. Necesito libertad", dice Hoffman.

Wag the dog ha sido una experiencia viva y liberadora para el actor, metido los últimos años en grandes producciones que, como Hook, Dick Trapy y Outbreak, no se pueden considerar sus mayores éxitos. Con el peso de los años, el protagonista de Cowboy de medianoche ha dejado escapar un suspiro de alivio, al verse lejos de las competiciones que viven las jóvenes generaciones de actores, deseosas de conocer su repercusión en las taquillas de los cines. A su juicio, todo se debe a un cambio de hormonas, propio de los hombres cuando llegan a los 40 años, "cuando el sentimiento de éxito y triunfo, las ganas de dejar huella, desaparecen", momento en el que surge ese sentimiento "femenino" -que nada tiene que ver con su interpretación en Tootsie- de las ganas de vivir en familia. Casado y con seis hijos, "cuatro de los cuales todavía viven en casa", fuera de horas de trabajo Hoffman suele ser visto en Los Angeles, donde vive, llevando a sus chicos al colegio. "En el último año rodé tres películas seguidas, y como no vuelva a casa en cuanto acabe Sphere, mi mujer me echará", bromea.

Aunque se metiese piedras en el zapato para lograr los peculiares andares de Ratso Rizzo, aceptase horas y horas de maquillaje en Pequeño gran hombre, saltase de un helicóptero en Outbreak y se sumergiese en un tanque de agua en Sphere, este padrazo es incapaz de subir a una montaña rusa, aunque sus hijos se lo pidan. "Aprecio demasiado la vida y sé, como judío, que no soy favorito de Dios". Así ironiza sobre el miedo a la muerte que se le metió dentro tras un accidente que sufrió a los 20 años. Pero ni sus temores evitan que ponga fin a esta charla con una broma. Cuenta: "Había una vez un tipo que tenía miedo a viajar en avión y un amigo le dijo eso de que a cada uno le llega su hora. El el miedoso respondió: ¿Y si hoy le llega la hora al piloto?".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_