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Gritos en la oscuridad

Los testimonios de algunos de os 30 supervivientes de la tragedia del vuelo 801 de KAL, que se rompió en trozos al estrellarse en la madrugada del miércoles en Guam, trazan un panorama de oscuridad y confusión, explosiones y llamas, y gritos y llantos en los momentos justo antes y después del siniestro que provocó la muerte a más de doscientas personas.Primero vino la confusión, el pensar que el avión aterrizaba con normalidad antes de darse cuenta de que algo estaba muy mal. "Sentí que bajaban el tren de aterrizaje", relató ayer Hong Hyon-song en una entrevista telefónica con la televisión estatal coreana. "Creía que el avión patinaba fuera de la pista hacia el césped. Pero cuando miré fuera, vi que los árboles pasaban por las ventanas. De repente hubo un ruido fuerte y el avión se estrelló contra la tierra", explicó este coreano de 35 años.

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Hong, que, según él, fue uno de los primeros en salir de la nave siniestrada, relató que el impacto hizo que el avión se partiera justo por encima de su asiento, en la tercera fila. Logró salir del aparato, pero la oscuridad de la noche dificultaba la tarea de distinguir si había otros dentro. "Mientras intentaba salir del avión con toda prisa, por miedo a una explosión, una mujer me agarró por el pie. Estaba todo oscuro, pero podía ver que había alguien allí. La tiré por los brazos y salimos quitando las hojas que nos rodeaban. Me daba miedo de que el avión explotara".

Explosiones y llamas

Nada más salir de la nave vinieron las explosiones y las llamas. Hong cuenta que una de las azafatas, que estaba herida, le suplicó que ayudase a buscar más supervivientes. Pero era imposible. "Cuando grité hacia los restos del avión para preguntar si alguien estaba vivo, había niños que pidieron socorro. Les pregunté cuántos eran y me dijeron que cuatro. Era horrible, pero no podía volver a causa de las explosiones". Sin embargo, Hong insistió en que se sentía privilegiado. "Sólo tenía algunos moratones en el pecho, pero me encuentro bien". La mujer que ayudó a salir del avión tenía quemaduras por todo el cuerpo.

Carl Gutiérrez, el gobernador de la isla y uno de los primeros en llegar al lugar del siniestro, ayudó a salir de la cabina en llamas a cinco personas, entre ellas, Rika Matsuda, una niña japonesa de 11 años cuya madre, Shigeko, le empujó del avión. Según Gutiérrez, Rika le suplicaba que volviese a por su madre, pero las llamas se habían apoderado del avión. "Estaba muerta en las llamas", explicó Gutiérrez.

Los primeros equipos de rescate que llegaron al lugar del siniestro encontraron al avión en varios trozos, la parte delantera a 25 metros del resto de la cabina y algunos pasajeros tirados en la hierba", según explicó el contraalmirante Marty Jansczak, comandante en jefe de la Marina de EE UU en las islas Marianas.

Una madre y su hijo de cinco años fueron los últimos en ser rescatados, antes de que se diera por terminada la misión al no encontrar más supervivientes.

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