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España es el primer receptor neto de inversión directa extranjera de los 28 países de la OCDE

Victoria Carvajal

España sigue siendo un destino muy apetecible para las empresas extranjeras interesadas en adquirir una participación industrial, mientras que las compañías españolas, pese a algunas operaciones importantes de multinacionales como Telefónica, muestran todavía un interés relativo en invertir en el extranjero. Así lo refleja un reciente informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) sobre las tendencias de la inversión de capitales en países distintos al de origen. De los 28 países miembros de la citada organización, los más industrializados del mundo, España figura en primer lugar en la lista de los receptores netos de inversión directa.

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Entre 1991 y 1995, España ingresó por este concepto 42.418 millones de dólares (6,5 billones de pesetas). La inversión directa extranjera hacia y desde los países de la OCDE cayó sólo ligeramente en 1996 respecto al récord alcanzado el año anterior.Las salidas de capital por este concepto se elevaron a 259.000 millones de dólares (40,66 billones de pesetas), mientras que las entradas se elevaron a 198.000 millones de dólares (31,086 billones de pesetas). España es receptor neto y, por tanto, el país que más se desmarca de la tendencia global de la OCDE.

El elevado nivel de fondos que se mueve para comprar empresas o tomar participaciones significativas en las mismas continúa siendo uno de los motores esenciales del proceso de mundialización. El aumento de las operaciones de fusión y adquisición entre compañías de distinta nacionalidad, "que alcanzará un nivel histórico en 1997", según el informe de la OCDE, refuerza esta tendencia, igual que las privatizaciones.

Los ingresos mundiales por privatizaciones alcanzaron en 1996 la cifra récord de 88.000 millones de dólares (13,81 billones de pesetas), de los que 68.000 millones correspondieron a los países de la OCDE.

Liberalización

La citada organización identifica varias fuerzas detrás de esta explosión de capitales en movimiento por encima de las fronteras nacionales: la liberalización de las economías dentro y fuera de la OCDE, la desaparición de monopolios, los cambios tecnológicos y el cambio de estrategia de las grandes compañías hacia una expansión más agresiva en los mercados donde tienen poca presencia o en los que hay un alto potencial de crecimiento.

Aunque España es uno de los principales receptores de inversión directa en el mundo, ésta ha retrocedido en los últimos tres años. Mientras, las compras por parte de compañías españolas en el extranjero se han mantenido casi estables, en torno a los 549.500 millones de pesetas. En 1994, las empresas extranjeras compraron participaciones industriales en España por valor de 1,48 billones de pesetas. En 1995, la cifra bajó hasta 982.192 millones, y en 1996 volvió a subir a 1,042 billones de pesetas.

Estados Unidos y el Reino Unido son los países más activos en la compra de empresas extranjeras. En 1996, destinaron 88.304 y 43.717 millones de dólares, respectivamente. Japón recupera poco a poco su ímpetu en este tipo de inversión, tras la estrepitosa caída que estos flujos registraron a principios de los noventa, a raíz de la profunda y larga recesión de su economía.

El aumento de la inversión directa de Japón en empresas extranjeras, sobre todo en el sector de la manufactura y en Asia, corresponde en gran parte a la necesidad de las compañías niponas de evitar los efectos de la apreciación del yen sobre la competitividad de sus productos.

Japón es el cuarto país de la OCDE más activo a la hora de invertir en empresas extranjeras (23.468 millones de dólares en 1996), pero apenas recibe fondos por este mismo concepto (222 millones de dólares). Esta enorme diferencia le convierte en el primer inversor neto de la OCDE en los últimos seis años (1990-96).

Le sigue Alemania, cuyo saldo neto (salidas de inversión directa menos entradas) ascendió en ese periodo a 144.576 millones de dólares. La primera economía europea ha sufrido una fuerte caída en la entrada de capital foráneo a sus empresas.

En 1996 se produjo incluso una salida, con un saldo negativo de 3.243 millones de dólares (502.665 millones de pesetas), según los datos de la OCDE. Al final de la lista se encuentra España. Su saldo neto entre inversiones directas hechas por las empresas españolas en el extranjero y las recibidas del exterior es negativo por valor de 46.084 millones de dólares (7,28 billones de pesetas).

La OCDE no cree que sea mejor recibir capitales de fuera del país que invertirlos más allá de las propias fronteras o viceversa. Ambos flujos reportan "importantes beneficios" al país en cuestión. Lo que sí afirma el organismo de cooperación económica internacional es que son los grandes países o los más ricos los que tienden a invertir más en el extranjero de lo que reciben.

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