En Granada
Yo deseaba ir a Granada y encontrar allí la magnífica ciudad de la que tanto he leído y tanto me han contado. Mis vagos conocimientos querían verse reforzados con una visita que he realizado este verano, sin embargo, me atrevo a decir que tal como fueron han venido. Me he llevado una decepción al ver una ciudad bella e interesante, pero a la vez desorganizada e incómoda. Pagar las visitas a los museos nunca me ha parecido correcto, máxime siendo estudiante y menor de edad como yo; no obstante lo admito, pero exijo que al menos me informen de lo que he comprado. ¿Dónde había un folleto que me indicara las joyas artísticas que estaba viendo? ¿Dónde había carteles o guías? Éstos brillaban por su ausencia. Prueba de ello es la catedral en la que pude observar que, aparte del mal estado y la falta de seguridad, todos los carteles iban dirigidos a visitantes con bolsillos abultados y no con detalles del lugar en el que estaban. Me entristece no encontrar la Granada que motivó a mister Irving o al propio Falla. He visto una ciudad como la Andalucía que encontró monsieur Merimée, olvidada y distante del visitante. Eso sí, la delicadeza de los musulmanes granadinos representada en sus monumentos la han heredado los granadinos de hoy, gentes amigables y simpáticas que me indicaron todo aquello que no hizo la administración. Espero que este escrito sirva para algo, pues creo que, si Icaza me lo permite, se podrían modificar sus versos por los siguientes: "Dale limosna, mujer, / que no hay nada en la vida, nada / como la pena de ser / turista en Granada".-
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