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VERANO MUSICAL DE SEGOVIA

Sonidos para Alberti y los niños

El verano musical que patrocina la fundación Juan de Borbón es una manifestación plural que discurre por cinco canales bien diferenciados: festival internacional, semanas de música de cámara, festival joven, conciertos a dos luces y series de folclore y pop, a lo que se añade un curso de música de cámara y otro de flauta y violonchelo.Todo ello invade la ciudad en sus puntos neurálgicos, históricos y artísticos. Son 14 escenarios -templos, plazas, jardines, museos- que se extienden a La Granja, Coca y Cabanillas. El domingo por la tarde se llenó el espacio de los Zuloagas, costero al que fuera estudio del célebre ceramista, de un público predominantemente infantil. A él estaba dedicado el concierto de la orquesta sinfónica de Castilla y León, dirigida por su titular Max Bragado e introducido y animado por ese entrañable comunicador y divulgador que es Fernando Argenta. Tras páginas tan conocidas como Carmen, Guillermo Tell, El Can Can de Ofenbach o La marcha Radetzky, de Strauss, el viejo.

Niños y grandes siguieron con entusiasmo e interés la genial creación artística y educativa de Sergio Prokofiev, Pedro y el lobo. Actuó de narrador Miguel Bosé, correcto, entonado y quizá un punto demasiado serio. Max Bragado y la orquesta castellano-leonesa dieron al cuento musical toda su riqueza plástica y su vitalidad narrativa. Cada día aumentan en los festivales internacionales los conciertos y espectáculos dedicados al público infantil y juvenil, y Segovia se ha incorporado a la corriente con gran brillantez.

Todo un recital

Por la noche, en el patio del Alcázar, dieron lecciones interpretativas de canción española la soprano búlgara residente en España, Tatiana Davidova y el pianista guipuzcoáno Alejandro Zabala.Todo un recital de obras vocales escritas sobre poesías de Rafael Alberti por compositores nuestros de varias generaciones: Óscar Esplá, Ernesto, Rodolfo y Cristóbal Halffter, Xavier Montsalvatge, Gerardo Combau y Antón García Abril, entre otros. La Davidova, dueña de una voz rica de coloraciones dentro de una definida unidad, frasea admirablemente y dice los textos con plenitud de sentido.

Aplica a la canción una gestualidad expresiva armonizada, con lo que el poeta dice y cómo lo dice; del mismo modo, el pianista Zabala se integra en la sucesión musical alejando de nosotros el vicioso concepto acompañante. El éxito fue muy grande y los bises y propina se hicieron obligados. El poetamúsico, José Ramón Ripoll, firma en el programa un excelente y bien informado comentario.

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