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El sida en la misma cama

Un hospital de Vitoria lucha contra el contagio en la pareja heterosexual

El Hospital de Txagorritxu de Vitoria ha abierto una línea pionera de atención a las parejas heterosexuales estables en las que uno de sus miembros está infectado por el virus del sida. En este plan proteger del contagio por vía sexual al sano tiene la misma importancia que cuidar del enfermo. El tratamiento médico y los mensajes de prevención se mezclan en una atención poco convencional, en la que el primer objetivo es convencer a las parejas de que utilicen preservativos en sus relaciones sexuales. El seguimiento de más de 60 parejas ha demostrado que el 25% no emplea nunca condones, y sólo después de dos años de asistencia un tercio de ellas acepta su uso. "Se niegan a usar condones para mantener una sensación de normalidad en sus vidas", asegura el doctor José Manuel Agud, responsable del proyecto.En el lenguaje que emplean los especialistas, una persona infectada por el virus del sida y otra sana forman una pareja discordante. "Hoy en día no es anecdótica la existencia de parejas discordantes. Son ya una parte muy significativa del total", dice Agud. "Al menos en Vitoria, una mayoría abrumadora de la gente que algún día consumió drogas y consiguió superar la adición con planes de rehabilitación, ha rehecho sus vidas y se ha emparejado con personas seronegativas".

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El seguimiento de estos casos realizado en Txagorritxu en los dos últimos años revela que las parejas que nunca utiliza preservativos, a pesar de saber con certeza que sólo su uso protege eficazmente del contagio de sida, no responden a un perfil concreto. Entre ellas hay personas que proceden de grupos que viven en la marginalidad extrema y otras que presentan unas características similares a los que siempre utilizan preservativos. "Los factores clásicos de nivel económico, social y cultura no determinan unos hábitos concretos en este tema", señala Agud. Tampoco influye la edad, ni si la persona infectada es el hombre o la mujer, siquiera ni la fase de desarrollo de la enfermedad, o la vía por la que contrajeron la enfermedad. "En ocasiones sólo depende del amor", concluye Agud.

"No existe la posibilidad de simplificar el trabajo de prevención identificando subgrupos de parejas con mayor riesgo", puntualiza. "La aproximación a las parejas debe ser individualizada y universal. La efectividad se basa en que la interacción entre el equipo médico y las parejas es difícilmente automatizable. Cada una es un mundo diferente". La práctica totalidad de las 62 parejas sometidas a seguímiento mantiene en secreto que uno de ellos está afectado de sida, y sólo en el interior de la consulta asumen con normalidad la situación.

La fórmula elegida para entrar en contacto con las parejas discordantes está a medio camino entre la consulta clínica y la entrevista informativa. Un equipo integrado por un médico y una enfermera intenta llegar conjuntamente a los dos miembros de la pareja. "La primera impresión es que las personas sanas se escapan del cometido de los médicos. Meternos en la cabeza que también debíamos invertir tiempo en la persona que no estaba enferma fue importante antes echar a andar". El escenario donde se puso en práctica la experiencia fue las consultas médicas, por las que obligatoriamente deben pasar los seropositivos para ser tratados de su enfermedad.

"Hemos conseguido que los pacientes de sida acudan a las consultas acompanados de su pareja. Se trata de crear el ambiente que permita ofrecer mensajes de prevención, de los que los afectados por el virus generalmente no quieren oír hablar", prosigue Agud. La primera diferencia entre un consulta convencional y la forma en la que el equipo de Txagorritxu trata a las parejas discordantes es el tiempo que les dedican.

"Es una relación diferente, a veces afectuosa, consigues enterarte de muchos detalles relacionados con sus hábitos de vida. De otra forma el médico no pude influir y lograr un cambio. Animamos a los pacientes a que respondan a nuestras propuestas y reflexionen en voz alta, sin que nosotros intervengamos", dice Agud. ¿Cuál debe ser la proporción entre la parte informativa y la clínica? "Es un equilibrio difícil, porque los patrones de la consulta y de la entrevista son muy diferentes; en la primera manda el médico, pero en la prevención, no", contesta Agud.

El estudio ha mostrado que las parejas discordantes apenas usan métodos anticonceptivos, a pesar del riesgo de transmitir la enfermedad al hijo. "Los que nunca usan condones, tan sólo practican la. marcha atrás, un procedimiento tan ineficaz para evitar embarazos como para impedir el contagio de la enfermedad", explica Agud. Las entrevistas han revelan que es frecuente la preocupación por tener descendencia. "El deseo de tener hijos nos obliga a facilitar la información sobre los riesgos de transmitir la enfermedad en el embarazo y las posibilidades de disminuirlo considerablemente con las nuevas técnicas de fertilización programada y tratamiento del semen. Aportando con claridad estas soluciones, consigues credibilidad para los mensajes de prevención".

Según los datos acumulados hasta 1996, un 30% de las mujeres infectadas por el virus del sida se contagiaron por vía heterosexual. Dentro de este grupo, la inmensa mayoría sabían que la pareja que les transmitió la enfermedad era seropositiva o adicta a la inyección de drogas. En el caso de los varones, el porcentaje es algo menor. Agud subraya que la creciente importancia de la transmisión sexual en parejas estables en el futuro de la epidemia de sida. "El contagio en un contacto sexual esporádico no tiene un riesgo tan alto como en el contacto continuado con una pareja que ya sabes que es portadora del virus", recuerda.

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