La noche de las velas encendidas para recobrar la libertad
Vecinos de Ermua permanecieron hasta el alba en la plaza del Cardenal Orbe
Los habitantes de Ermua se rompieron, ayer las manos y la garganta para exigir a los terroristas que no asesinasen a Miguel Ángel Blanco. Aunque luego, a los de ETA les dio igual esa vigilia, combativa y solidaria, protagonizada por muchos jóvenes, que en esos momentos confiaban en que Miguel Ángel Blanco no apareciera, como luego apareció, arrojado a una cuneta, con dos tiros en la cabeza.Ancianos, jovenes, niños. Casi todos los vecinos se presentaron en la plaza del cardenal Orbe con una vela en la mano para reclamar, para exigir que Miguel Ángel volviera a su casa, para que ese joven de 29 años pudiera volver a tocar la batería en romerías y bodas. Ayer ETA segó esa esperanza. Una esperanza que compartió durante 48 horas todo el pueblo de Ermua. Una localidad pequeña, obrera, que se preparaba para las fiestas. Ahora, todo ha cambiado.
Durante ocho horas seguidas, los vecinos de Ermua aplaudieron en homenaje a Miguel Ángel Blanco. En recuerdo de su presencia. Aún había esperanzas, aún creían que su pueblo, que su país podía librarse de la tragedia, del dolor con que ETA había amenazado.
Desde las medianoche hasta las ocho de la mañana, la familia de Miguel Ángel Blanco permaneció en el centro de la plaza de su pueblo arropada por las muestras de solidaridad de sus vecinos Raquel, una joven de unos veinte años, se negaba en redondo, con una lágrima en los ojos, a que el secuestro pudiera derivar en asesinato. Raquel, a la que acompañaba su hermana pequeña, incansable en su labor de mantener encendidas el mayor número posible de velas durante la fría madrugada, aseguraba que "este pueblo es distinto, la gente de aquí se une, y eso no va a pasar".
Estas jóvenes hablaban en voz bajo para que la novia de Miguel Ángel, Marimar, no oyera siquiera la mención de la posibilidad de que su futuro esposo -se iban a casar en pocos meses- apareciera muerto. Marimar aguantó hasta las cinco de la madrugada, combatiendo el frío de la noche con una chaqueta de punto y con las expresiones de cariño de sus vecinos.
Poco antes, la familia Blanco casi al completo, con el padre de Miguel visiblemente afectado por el dolor, había presidido el impresionante acto de solidaridad. La palabra "libertad" quedó escrita en el centro de la plaza con la cera de las velas. "Nos puede tocar a cualquiera", comentaba uno de sus vecinos de Ermua horas antes de que se conociera que ETA había ejecutado su amenaza.
La mayoría de los que se quedaron de vigilia toda la noche eran jóvenes. A pocos metros, en el Ayuntamiento, representantes de todas las asociaciones juveniles de Euskadi, principalmente partidos políticos, con la excepción de los representantes de Herri Batasuna, se unieron en un acto sin precedentes.
Todos pernoctaron en el palacio del Marqués de Valdespina para exigir la libertad de Miguel Ángel Blanco. El presidente de las Nuevas Generaciones del Partido Popular en Euskadi, Iñaki Ortega, resaltaba el hecho de que nacionalistas, populares, socialistas y pacifistas hubieran unido sus voces, su esfuerzo, y también su espera, para recuperar con vida a Miguel Ángel Con independencia de las diferencias de matiz, Ortega aseguró que los jóvenes vascos están más unidos que sus mayores.
En el otro extremo de la sala, Isabel Caballero, prima de Miguel Ángel Blanco, lloraba desconsolada, porque temía lo peor. Temía que la banda terrorista desoyese el clamor unánime y asesinase a Miguel, Isabel, tapándose los ojos con las manos debajo de sus gafas, se hallaba apesadumbrada, y se alejaba de otros jóvenes que trataban de pasar el tiempo con algunos entretenimientos.
Víctor, un joven de Eusko Alkartasuna (EA), lanzaba una frase que desgraciadamente vino a ser confirmada por los hechos. "A este pobre chaval se lo cargan". Y añadió, apesadumbrado, que el trascurso del verano, y de la vida, hará que esa acción quede devorada por el olvido. "Son profesionales del asesinato, y no se bajarán los pantalones delante de los suyos", presagiaba. "No hay que engañarse: ETA es ETA".
Para estos jóvenes, que charlaban animadamente, incluso con discusiones sobre opiniones políticas, la única posibilidad de que Miguel Ángel conservara la vida era que la, policía le encontrara. Desde su punto de vista, un objetivo tan fácil sólo puede haber ido escogido por unos aficionados, por unos chapuzas con ganas de trepar en la organización terrorista".
Los jóvenes nacionalistas no creían que la solución de los problema de Euskadi pasen por que sus respectivos partidos' "le aprieten las tuercas a Herri Batasuna". Los métodos violentos de ETA se verían atenuados con la "aplicación de la ley en materia penitenciaria", aseguró un joven de Eusko Alkartasuna. Sin embargo, todos ellos, daba igual cuál fuera su partido o su postura política, se mostraban pesimistas sobre la posibilidad de que los militantes de la banda vayan a dejar las armas y la práctica de la violencia. "Simplemente, no saben hacer otra cosa".
En el otro extremo del pueblo, los integrantes del grupo cultural Zuloa, afín a grupos de insumisos, dejaron abierta una puerta a la esperanza. Por primera vez, muchos de esos jóvenes en vez de callar le pedían a TA que no matara, y exigían la libertad de Miguel Ángel, aunque el Gobierno no acercara a s presos de ETA a cárceles del País Vasco. Al paso, de la manifestación del viernes por la sede e Zuloa, la multitud les increpó, que motivó una cautela extrema en ese grupo.
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