La verdad está ahí fuera
¿Y si en realidad algunos de los iconos de masas contemporáneos, léase Steven Spielberg, Sylvester Stallone o Danny de Vito, fuesen en verdad recipientes humanos dentro de los cuales habitan alienígenas que han encontrado en la Tierra el exilio dorado para sus fatigas intergalácticas? ¿Y si Michael Jackson fuese, además, un venusiano a quien recurrir para obtener entradas gratis para conciertos de rock cuando llega algún nuevo, y poderoso, visitante lejano? A ilustrar esta premisa parece responder un filme como Hombres de negro, una simpática aunque un tanto elemental comedia fantástico-efectista: desde los primeros años cincuenta se nos dice, hay una división especial del gobierno (estadounidense, of course: como en Independence Day, aquí quienes salvan el planeta son los de siempre) que mantiene amigables relaciones con una fauna, multiforme, comercia con tecnología y oficia de agentes de aduanas con los recién llegados, que tienen en el anonimato de Nueva York la ocasión de vivir sin que nadie les moleste.Obviamente, para que haya película realmente alguien les tiene que molestar. Y quien lo hace es una suerte de gran cucaracha de ojos desorbitados y dientes de Alien, que "ocupa", en divertida secuencia, el cuerpo de Vincent D'Onofrio, provisional continente mientras realiza una pesquisa sobre la cual este cronista guardará prudencial silencio. Desde ahí, el filme se comporta como un producto criminal más, en el cual un poli blanco y un ayudante negro -como en tantas películas- deberán seguir los, más bien truculentos, descoyuntados pasos del "bicho" en sus andanzas macabras por la ciudad.
Hombres de negro (Men in Black)
Director: Barry Sonnelfeld. Guión: De Solomon, según el cómic homónimo. Fotografía: Donald Peterman. Música: Danny Elfman. Producción: Steven Spielberg y Laurie Mac Donald, EE UU, 1997. Intérpretes: Tommy Lee Jones, Will Smith, Linda Fiorentino, Vincent D'Oriofrio, Sergio Calderón, Rip Torn, Siobhan Fallon. Estreno en Madrid: Cristal, Vaguada, Capitol, Lucliana, Carlos III, Ciudad Lineal, Liceo, Benlliure, Canciller, Acteón, Juan de Austria, Ideal (V. O. S.).
Producida por Steven Spielberg, con una (excelente) partitura del inspirado Danny Elfman y dirigida por el antiguo director de fotografía metido a cineasta Barry La familia Addams Sonnelfeld, el filme logra destacarse por encima de la media en estos productos por tres factores principales. Uno, por el sentido del humor que pone en funcionamiento: "¡Aquí hay muchos que me admiran!", prorrumpe una angustiada Fiorentino mientras la cucaracha la transporta hacia su nave espacial porque, sospechamos, también el bicho ha caído en las redes de la femme fatale que siempre es la morena cuando sale en el encuadre de cualquier película: como cualquier mortal de los que admiramos la aviesa, estremecedora mirada sexy de la escurridiza heroína.
Mutantes
Otro, por la calidad de los efectos especiales, transformaciones de mutantes incluidas. En este sentido, el filme está bastante por encima de la media, aunque en ocasiones el deseo de asombrar pueda más que la prudencia en la administración de los recursos.Y finalmente, por la voluntad, no siempre recompensada con logros estimables, de Sonnenfeld por adaptar un cómic según las normas de puesta en serie de la historieta. Si hasta ahora la superioridad (relativa) del tebeo sobre el cine se debía a la capacidad de aquél por emplear angulaciones imposibles, dibujos que rompían siempre radicalmente con el naturalismo de la cámara, el arsenal tecnológico de que dispone el último cine estadounidense hace que cualquier director inteligente pueda asumir esos mismos puntos de vista que eran patrimonio de los cultores del cómic de autor desde los setenta.
En este sentido, hay un puñado de secuencias -y la de apertura es sencillamente magnífica- tan bien ejecutadas como impecablemente sorprendentes. Que la historia se acabe pronto, que Will Smith, de quien sabemos que es un actor excelente en ocasiones -véase Seis grados de separación- se haga un tanto pesadito con sus bromas, o que el guión no explote más a personajes que no sabemos muy bien para qué están -la propia forense Fiorentino-, son imperfecciones de un filme que, menos preocupado por sorprender, hubiese funcionado mejor, pero que se ve con jocosa facilidad.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.