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FERIA DE SAN FERMÍN

!Askatu! ¡Libertad!

Askatu -libertad- pedía una pancarta extendida en la barandilla de la andanada. No era para Miguel Angel Blanco, el concejal de Ermua que tiene cautivo y amenazado de muerte ETA. En cambio los palcos destinados a los representantes del Parlamento navarro y de la municipalidad pamplonesa estaban casi vacíos. Y los habían cubierto con lazos azules, símbolo de la libertad -askatu-De repente se politizaban las corridas sarifermineras. Media docena de grandes pancartas rezaban: "Istoiz, stop". Y sobre el portón de cuadrillas alguien se atrevió a pender un cartel en blanco y negro con el símbolo de ETA. Arriba las siglas: ETA; debajo el hacha con el áspid envolviéndola. Siniestra colgadura.

Jandilla/ Jesulín, Liria, Tomás

Toros de Jandilla, en general bien presentados y sospechosos de pitones, flojos,escasotemperamento, pastueños. Jesulín de Ubrique: pinchazo bajísimo, otro hondo traserísimo ecandalosamente bajo, dos descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio); aviso antes de matar y media travesada traserísima baja (palmas y también pitos cuando saluda). Pepín Liria: pinchazo, estocada caída y rueda de peones (petición y vuelta); estocada corta atravesada caída y rueda de peones (silencio). José Tomás: media trasera caída -aviso- y dos descabellos (silencio); estocada corta caída (oreja). Plaza de Pamplona, 11 de julio. 6ª corrida de San Fermín. Lleno.

Estuvo unos minutos allá, ofendiendo el sentido común, atentando contra la dignidad de un pueblo noble y pacífico. Se esperaba la reacción del gentío ante semejante provocación. Y no sucedió nada. Quizá ésa fue la actitud más razonable. Hubo quien lo interpretó muy cabalmente: "Es lo que buscan esos asesinos; el enfrentamiento, el caos".

Los mozos de las peñas tienen una sensibilidad especial para detectar semejantes situaciones y, si intuyen manipulación, se revelan coreando "¡San Fermín!" Y eso ocurrió. Y tras el "¡San Fermín!" el Vals de Astrain, y el riau-riau, y ese himno a la legría sanferminera que es La chica ye ye.

Hay quien prefiere Paquito el chocolatero, de cuya pieza musical, tienen hecha los mozos de las penas una versión exclusiva a ritmo de marcha que entonan a 10.000 voces mixtas con fenomenal estruendo. No es canción que se repita durante la corrida. Las interpretaciones de Paquito el chocolatera son palabras mayores y se reservan siempre para el final.

Durante la lidia del sexto toro baten de súbito bombos y tambores, frasean la melodía clarinetes y trompetas, y ya está la multitud pendiente de los compases morunos a ritmo de marcha que se deben de oír en Urdax. Quizá más allá.

Mientras tanto, los toreros pegan pases y los toros tumbos. Cada cual a lo suyo. Pero no se crea que los mozos y restantes almas que abarrotan el coso permanecen ajenos e inadvertidos. Y si en vez de pegapases hay un torero auténtico en el redondel, ya están haciendo abstracción de bullicios y canciones, ya están jaleándole, ya le están diciendo ¡olé, sí señor! La faena última de José Tomás transcurría mediocre y plúmbea como, en general, había sido la corrida entera, cuando al artista le rebulló el arte, se sintió torero y dibujó tres naturales hondos, impecables, que hicieron restallar los olés, sí señor. Entre la espesura de pases malos, tres naturales preciosos, suficientes para levantar el entusiasmo y obtener la oreja que concedió la presidenta.

La presidenta, que tuvo una actuación perfecta -es concejala y se llama Maite Uriarte-, había soportado un broncazo monumental por no concederle a Pepín Liria la oreja del segundo toro. Pepín Liria le dio a ese toro dos meritísimos pases cambiados en el platillo y luego lo molió a muletazos toscos que su bondad no merecía, en el transcurso de una fragorosa faena para la que necesitó recorrer el redondel. Al quinto le perpetró parecida sesión con mayor número de enganchones.

Los enganchones le menudearon también a José Tomás en su torpona primera faena. Las de Jesulín poseyeron mayor temple mas el hombre toreaba tan fuera cacho y sus toros desarrollaban tal pastueñez, que aburría al personal. Y sólo cuando se dedicó a los circulares consiguió aplausos y coros de ¡Im-precionante!, que. los mozos de las peñas reservaban para la ocasión.

La corrida resultó plúmbea; la merienda, abundante y bien condimentada; la fiesta, llena de color y algarabía. Aunque otra. corría por dentro. Y a casi nadie se le iba de la mente Miguel Ángel Blanco, la víctima inocente de ETA, que estaba en todas las conversaciones .

"¿Qué le harán?", se preguntaba la gente, consternada. "¡Libertad, Askatu!", daban ganas de gritar. Y desgarraba el alma pensar que no habría servido de nada.

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