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La esposa de Blair lleva a Luxemburgo un caso de discriminación

Una lesbiana exige a los ferrocarriles británicos igual trato en el trabajo

Isabel Ferrer

La causa C249/96, que enfrenta en el Tribunal Europeo de Justicia a Lisa Grant, una empleada lesbiana de los ferrocarriles británicos, con su patrón, South West Trains, por discriminación sexual, habría pasado inadvertida de no ser por la abogada de la demandante. Cherie Booth, más conocida por ser la esposa del primer ministro, Tony Blair, acudió con ella a Luxemburgo para pedir la igualdad de derechos. La administrativa pide para su pareja las mismas tarifas reducidas de que disfrutan los heterosexuales.

La decisión del Tribunal puede tardar hasta un año, pero la presencia de la señora Blair, letrada de prestigio y miembro del Consejo de la Reina dotó ayer al evento de una trascendencia pública desconocida en el Reino Unido cuando se trata de casos dirimidos en instituciones de la Unión Europea.Al principio, Lisa Grant de 29 años, creyó que su solicitud era modesta. Atiende el servicio telefónico de información de la estación central de ferrocarril de Southampton, y suponía que, como sus colegas, casados o no, podía pedir un pase para su pareja. Dicha tarjeta les permitiría viajar con un 75% de descuento en cualquier tren, siempre que el billete sea de segunda clase. También podrían disfrutar de 10 viajes gratis anuales de 48 horas. Jill Percey, de 37 años, y ella confirmaron su relación en 1993 en una ceremonia organizada en su domicilio y en presencia de familiares y amigos. En 1995, cuando Lisa rellenó el formulario correspondiente solicitando el abono, adjuntó incluso un documento donde ambas declaraban que su relación era estable. Todo en vano.

Ciudadanas de segunda

En mayo del año pasado, South West Trains adujo ante un tribunal, laboral británico que las leyes nacionales o comunitarias no prohíben la discriminación de los empleados homosexuales. La compañía, que heredó el caso de British Rail después de su privatización, ha ido incluso más lejos ahora. En Luxemburgo sus abogados tenían previsto argumentar ayer que relaciones como la de Lisa y Jill, "no son las deseadas por la empresa"."Van a entender que lo nuestro no tiene sentido. Es como si fuéramos ciudadanos de segunda clase y es muy duro", ha reconocido Jill al rotativo británico The Independent.

La lucha las ha transformado en dos modelos a seguir para la comunidad gay británica, pero ellas aún no se lo creen. "Es como si nos desdobláramos. En nuestra vida cotidiana paseamos a los perros, vamos a trabajar o vemos la televisión. Cuando hablamos del caso, hasta se nos acercan desconocidos por la calle", según la propia Jill, que es enfermera del Royal Hampshire County Hospital.

El perfil de la abogada de su pareja ha subrayado aún más esa segunda faceta. En su primera aparición profesional relevante desde que el laborismo ganara las elecciones hace ocho semanas, Cherie (Booth) Blair, se olvidó del boato oficial y el constante escrutinio de la prensa.

Con su toga y la clásica peluca portada por abogados y jueces en el Reino Unido, recordó en Luxemburgo que South West Trains vulneró la ley británica de Igualdad de Pago y la directiva comunitaria sobre la igualdad de trato en el trabajo.

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