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LA CUMBRE DE MADRID

EE UU y Francia mantienen hasta el último minuto el pulso sobre la extensión de la OTAN

Xavier Vidal-Folch

La cumbre de la Alianza Atlántica se inicia hoy en Madrid con una polémica todavía encendida: a cuántos países debe alcanzar la primera oleada de ampliación de la OTAN. Estados Unidos y Francia se mantenían ayer firmes en sus posturas contradictorias. Mientras Washington pretende que el primer grupo se limite a tres países (Polonia, República Checa y Hungría), Francia -muy apoyada por Italia- insiste en cinco, esos tres más Eslovenia y Rumania. Anoche se cruzaban apuestas por una solución de compromiso, aunque más inclinada hacia la tesis norteamericana.

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La cumbre tenía tres deberes asignados. Antes de iniciarse, ha cosechado ya un éxito y un fracaso. Exito: el pacto de cooperación con Rusia firmado el 27 de mayo, que se completará mañana mediante otro acuerdo, con Ucrania. Fracaso: el desacuerdo para la reforma de la estructura militar, que aplaza, al menos hasta diciembre, la reintegración de Francia, incapaz de lograr de Estados Unidos que el mando mediterráneo ubicado en Nápoles recaiga en un militar europeo.Queda el tercer reto, el inicio de la ampliación, mediante la invitación formal a varios de los candidatos a entablar negociaciones. Del grado de consenso que los 16 sean capaces de alcanzar; de la entidad y fuerza política con que lancen el proceso; y del número de candidatos implicados dependerá el desempate entre logros y carencias. Es decir, el aprobado o el suspenso de la reunión.

Quizá para mantener el morbo, los dos grandes litigantes en esta cuestión -EE UU y Francia mantenían anoche sus posiciones. La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, reiteró en una conferencia de prensa con el español Abel Matutes que "hay tres países dispuestos y aptos". Defendía así un primer grupo restringido, como propusieron en tono imperial e imperativo el día 12 la Casa Blanca y el secretario de Defensa, WIlliam Cohen, temerosos de la actitud reacia republicana a cualquier ampliación, y radicalmente contraria a una de gran alcance. Pero esta vez Albright edulcoró el trágala con el elogio a una política de puertas abiertas permanentes y el "conípromiso común de que habrá una segunda oleada".

El presidente Bill Clinton insistió en que "las puertas deben permanecer abiertas" y opinó que una ampliación limitada "no debe ser enfocada negativamente". Frente al gran hermano, la diplomacia francesa indicaba que el presidente Jacques Chirac insistirá en la propuesta que realizó en la reunión del G-7 de Denver: invitar a los cinco principales candidatos, aunque su integración fuese después escalonada. El italiano Romano Prodi defendió nuevamente ayer esta postura, declarándose "firme partidario" de una primera oleada aniplia", porque ésta "aliviaría tensiones" en el sur de Europa y más concretamente en los Balcanes.

Los demás europeos

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Pero el resto de europeos es menos militante. El Reino Unido, partidario inicialmente de cuatro nuevos socios (los tres más Eslovenia), se alineó con Washington. Nadie sabe lo que defiende Alemania, pues el canciller Helmut Koffl ha hablado de cinco y de cuatro; su ministro de Defensa, Volker Rühe, de tres; y el de Exteriores, Klaus Kinkel, de cinco. España "apoya" la gran ampliación, a cinco, reiteró ayer el ministro de Defensa, Eduardo Serra, "pero lo más importante es el consenso", matizó.Es decir, lo más probable es que haya una solución de compromiso, un acuerdo de matriz norteamericana con algunas concesiones: tres invitados oficiales y dos semiinvitados. A estos mediopensionistas, Eslovenia y Rumania, se les podría citar directamente en las conclusiones o dejarlos en la penumbra de una mención "regionaV al sur de Europa; se les podría indicar una fecha concreta de invitación -en la cumbre de 1999, la del cincuentenario- o dejarla en las brumas. Francia presionaba por la máxima concreción, pero no vetará un compromiso que salve su cara y la de Europa. No convertirá a polacos, checos y húngaros en "rehenes" de eslovenos y rumanos.

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