La reunión llega sin consenso sobre la ampliación

Por primera vez en muchos años, la cumbre de la OTAN llega sin que haya fraguado un consenso previo sobre sus temas clave. Desde hace meses se sabía que eso iba a ser así en lo que respecta a la nueva estructura militar: el enfrentamiento de Francia con Estados Unidos por el mando del Mediterráneo y el cambio de Gobierno en París han hecho imposible el acuerdo.Menos previsible era el desacuerdo en tomo al que será el tema capital de Madrid: la ampliación al Este de Europa. Estados Unidos ha dejado claro cada vez que ha podido que sólo aceptará tres nuevos socios: Hungría, Polonia y la República Checa. Francia apadrina también a Rumania e Italia hace lo propio con Eslovenia.

El presidente de Estados Unidos defiende una ampliación corta. Eso le permite cumplir su compromiso moral con la Europa del Este. Y al mismo tiempo es la única opción realista desde el punto de vista de la política interior norteamericana, reacia a la ampliación. Desde la izquierda la ampliación se interpreta como una provocación gratuita a Rusia; y en la derecha reina el temor a que una OTAN ampliada pierda sus esencias.

Entre las necesidades de Clinton -que cuenta con el apoyo más o menos explícito del Reino Unido y de Alemania- y las exigencias de la Europa del Sur nadie pone en duda quién ganará la partida. Los diplomáticos buscan una fórmula que permita el consenso en Madrid: ampliar hoy a tres pero lanzar un mensaje muy claro de que esa es una primera ampliación que será culminada con otras más adelante. Ayer no hubo acuerdo en Bruselas sobre el redactado definitivo. El problema es dejar la puerta lo bastante abierta como para satisfacer a Francia y lo bastante cerrada como para no despertar las suspicacias del Senado norteamericano, que debe refrendar la ampliación de la OTAN con una mayoría de dos tercios.