"De las tres cosas que más quería en el mundo, he perdido dos"
Fue el primer trabajo de su vida. Y el último. El más joven de 18 fallecidos, Raúl Santos vanco, acababa de estrenar mayoría de edad. Apenas tenía 18 años y no hacía más de un mes que había empezado a trabajar en la construcción del buque siniestrado. Su madre lloraba sola y en silencio tras conocer la noticia en el puerto de Valencia el mismo jueves. "De las tres cosas que más quería en el mundo ha llevado dos", repetía una y otra vez, como en una amargo letanía. La espesa humareda negra que inundó el vientre del Proof Spirit acabó con la vida del mayor de sus dos hijos, Raúl, y su compañero sentimental.La mujer, de unos 40 años llevaba un tiempo separada de su marido, el padre de Raúl y de su hermano, pero había vuelto a encontrar la felicidad con un nuevo compañero y disfrutaba viendo cómo uno de sus hijos empezba a abrirse camino en la vida y a baba de encontrar su primer empleo, con un contrato eventual de dos meses de duración, de empresa Insertank, subcontrata de Unión Naval de Leva Portavoces de la federaciones metal de los sindicatos explica que todos los veranos, las grande empresas de la construcción naval suelen recurrir a las compañías de subcontratas para poder conseguir entregar los barcos en el plazo previsto. El Proof Spirit debía ser entregado a companía noruega Jo Tanken en septiembre.
"La gente de las contratas está tan familiarizada con la estructura del barco y eso hace puedan sentirse más desorientados en medio de una situación emergencia", señaló Ignacio Ortega, dirigente del metal CCOO. "Como no estés cerca una puerta estás perdido". Nada sabe si eso lo que le ocurrió Raúl. Ni si tuvo tiempo de reccionar.
Un barco distinto
La llamada telefónica de amiga informó del suceso a madre de Raúl, pero en un primer momento estaba convencidos de que el accidente se había producido en un barco distinto aquel en que trabajaban su hijo y su compañero. Sin embargo para quedarse más tranquila acercó al puerto. Una vez allí realidad le dio una bofetada la lista de víctimas leyó los nombres que no esperaba encontrar y se derrumbó. "Mi hijo, hijo, que tiene 18 años y lleva un mes sólo trabajando. Y pareja. Se ha llevado a los dos. Están los dos..." balbuceaba desesperada.A su mente, en medio de desesperación, acudió el recuerdo de la frase que le escuchó Raúl alguna vez: "Mamá, con el primer sueldo que tenga os voy a invitar a cenar", prometió el hijo ilusionado. No llegó a cobrar primer salario. Ayer, durante funeral, la mujer se acercó a tocar el féretro del joven en varias ocasiones. Tuvo que apoyarse amigos y familiares para mantenerse en pie.
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