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EE UU declara inconstitucional la ley contra la pornografía en Internet

Regular el material "indecente" en Internet "interfiere sustancialmente" la libertad de expresión. Así lo ha determinado el Tribunal Supremo de EE UU, en una decisión que invalida el Acta sobre Decencia en las Comunicaciones aprobada por el Congreso en 1996. La Electronic Frontier Foundation (EFF), una de las organizaciones que recurrió esa ley ante el Supremo, colocó ayer en su página de Internet la palabra "¡Victoria!".La noticia no es tan buena para Clinton, que había respaldado con su propia firma la ley reguladora del material "indecente" en el ciberespacio. Ni tampoco para asociaciones de defensa de valores familiares como el Family Research Council, que anticipó hace unos días que anular la ley sería como "poner las autopistas de la información en manos de pornógrafos". Pero el Supremo ha decidido que, en su empeño por proteger a los menores, la ley sobrepasa su ámbito y "suprime la libertad de expresión que constitucionalmente tienen los adultos para enviar, recibir y ver" ese material definido como "indecente". El Acta sobre Decencia en las Comunicaciones estableció multas de hasta 250.000 dólares (unos 36 millones de pesetas) para quienes transmitieran por Internet imágenes "indecentes" que pueden ser vistas por menores.

La terminología ha sido una cuestión clave y complicada en esta batalla. Un panel judicial de rango inferior ya había dictaminado que la ley no podía meter en el mismo saco los términos "indencia" y "obscenidad". "Indecencia" es la "descripción en términos ofensivos para la comunidad de órganos o actividades sexuales o excretorias". "Obsceno" es cuando lo anterior carece además de "un valor serio literario, artístico, político o científico". Ni las entidades que han recurrido la ley ni el Tribunal Supremo defienden el material "obsceno". De hecho, el Supremo apoya explícitamente a la administración en la lucha contra la obscenidad y la pornografía infantil. La desbordante cantidad de material pornográfico que hay disponible en Internet forzó a la Administración de EE UU a emprender una cruzada censora que se tornó excesivamente celosa y carente de matices. Ahora habrá que permitir que la industria se autolimite.

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