Se separa la 'extraña pareja' de la investigación de los genomas
El divorcio, largamente esperado, de la pareja más extraña de la secuenciación genómica (la descodificación de todo el ADN de un organismo) un campo de creciente importancia tanto en ciencia como en la aplicación farmacéutica, se produjo el pasado viernes y fue anunciado a última hora del lunes. La ruptura es un paso más para conseguir que la investigación sobre el genoma humano y otros genomas tenga lugar abiertamente y no tras las puertas cerradas de las empresas. El Institute for Genomic Research, sin ánimo de lucro y liderado por Craig Venter, romperá todos los lazos formales con su socio comercial, Human Genome Sciences (HGS) cuyo presidente es William Haseltine. Ambas organizaciones nacieron en 1992 de la mano de Wallace Steinberg, un inversor en capital-riesgo.
Secreto
HGS había financiado parte de la investigación en el instituto a cambio del derecho de revisión de sus descubrimientos en secreto durante seis meses o más para utilizarlos en el desarrollo de nuevos medicamentos.El divorcio permite que el instituto publique todos sus nuevos datos genéticos inmediatamente. Para adquirir esta libertad, Venter renunció al derecho a los 38 millones de dólares (5.500 millones de pesetas) que aportaría HGS en los próximos cinco años y medio. Ambas instituciones están en Rockville (Estado de Maryland).
La ruptura, de mutuo acuerdo, permite al instituto de Venter funcionar más como una institución académica y al de Haseltine centrarse en desarrollar nuevos medicamentos a partir de la información que ya ha obtenido del instituto.
Para celebrar su nueva libertad, el instituto, conocido mundialmente en el campo de la secuenciación genética, planea esta semana situar en bancos de datos accesibles por Internet una cantidad significativa de información nueva, que incluye los genomas completos de Helicobacter pylori, la bacteria que es causa de úlceras y cáncer de estómago, y del microbio arcaico Archaeoglobus fulgidus.
Los nuevos datos incluirán también el genoma casi completo de Treponema pallidum, que causa sífilis, y secuencias parciales del bacilo de la tuberculosis, la bacteria del cólera y el segundo cromosoma del parásito de la malaria.
Las dos organizaciones, con sus diferentes estilos, han contribuido al desarrollo de la investigación de los genomas, hecha posible por máquinas que decodifican el orden de las letras químicas en las largas ristras de ADN.
HGS rápidamente estableció el potencial económico de este campo de investigación al establecer un pacto de 125 millones de dólares (18.000 millones de pesetas) con la multinacional farmacéutica Smith-Kline Beecham para buscar genes de utilidad terapéutica en el genoma humano. TIGR, como le gusta denominarse al Institute for Genomic Research, suministró una gran cantidad de secuencias de genes humanos a su socio pero alcanzó la notoriedad mundial con un proyecto aparte, la primera secuenciación del genoma de una bacteria, la Haemophilus influenzae. Publicado en 1995, es ya uno de los artículos más citados. Pero HGS trató de retrasar la publicación: "Eso me convenció de que tendríamos que gastarnos el dinero en abogados en vez de en ciencia", dijo Venter.
Este enfrentamiento fue uno de varios, debidos en parte a la diferente forma de ser de Haseltine y Venter, que llevaron finalmente a la ruptura.
Personalida
Cuando fue fichado por Steinberg, Venter era un científico poco conocido de los National Institutes of Health que había dado con un método original para ahorrar trabajo en la secuenciación, método en el que no creyó el citado organismo público. Pero Venter no quería trabajar en una empresa privada, por lo que se organizó el TIGR para acogerle. Haseltine era un científico médico muy conocido de la Universidad de Harvard. Ambos tienen una fuerte personalidad, pero mantuvieron sus relaciones bajo control hasta la muerte de Steinberg en 1995.El genoma de Haemophilus influenzae resultó fascinante para los científicos porque mostró por primera vez la dotación genética necesaria para la existencia autocontenida. Resultó tener 1.743 genes en una cadena circular de ADN de 1.830.137 unidades de longitud. A este éxito siguieron los genomas de otros organismos unicelulares, Mycoplasma genitalium y Archaeococcus jannaschii.
Dado que los genomas muestran todo el arsenal genético de un organismo, como los trucos de una bacteria para evitar el ataque por el sistema inmune del huésped, las instituciones de Estados Unidos rápidamente mostraron su interés por secuenciar genes de patógenos como la malaria y la tuberculosis.
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