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Entrevista:

"En Rusia lo individual significa salvese quien pueda"

Sara Gutiérrez y Eva Orúe comparten edad (nacieron en 1962) y años de vivir hasta dentro la realidad rusa. Acaban de publicar Rusia en la encrucijada (Espasa), libro que con Imágenes sobre fondo rojo, de Pilar Bonet, representa la mirada más objetiva sobre la situación cotidiana en aquel país.Pregunta. Los rusos, tras la caída de la URSS, ¿han salido ganando?

Respuesta. Aunque se sientan peor, no quieren volver atrás. Ahora saben que, por mal que vengan mal dadas, siempre podrán subsistir trapicheando. Los jubilados son quienes han perdido más, y muchos tienen que mendigar.

P. ¿La gente cree en la democracia?

R. Lo invididual se concibe sólo como sálvese quien pueda. Por tanto, no hay tradición de respeto ni de derechos humanos. El ruso sueña con una libertad total, sin cortapisas al propio impulso. Todos, cualquiera que sea su nivel cultural, te dicen: la democracia pone límites, frenos, no es libertad.

P. ¿El alcoholismo es la peor plaga?

R. Es clave en la mortalidad, porque beben compulsivamente, y alcohol de procedencia inconjeturable. Los divorcios, que superan a los matrimonios, están muy ligados al alcoholismo y a la violencia doméstica de los hombres (15.000 mujeres muertas al año).

P. ¿Cuál es la situación sanitaria?

R. La mortalidad supera en 1,7 puntos a la natalidad. Hay un 30% de nacimientos menos que en 1989. La esperanza de vida, hace un cuarto de siglo, era de 70 años para los hombres: hoy no llega a 58. La gente duda en ir al hospital, porque no sabe qué tendrá que pagar. Con la complicidad del Estado, médicos, enfermeras, comadronas, limpiadoras, montan su estructura privada en los centros públicos. Hay casos en que, si no pagas, la ambulancia no te lleva.

P. El aborto, ¿sigue siendo el principal anticonceptivo?

R. Todavía. Píldoras y DIU eran malos, y los paquetes de condones había que ¡abrirlos con tijeras, lo cual resultaba pelín disuasorio. El aborto, aunque ya no gratis, es algo que la gente entiende. Lo trágico es que una rusa sufre entre ocho y 14 en su vida. Como no ha habido educación sexual, los embarazos adolescentes llegan al 33%.

P. Tras Chernóbil, las noticias ecológicas de la ex URSS son siempre catastróficas.

R. No es para menos. En Moscú todo el mundo tiene un contador Geiger. Hay 11 instalaciones nucleares en funcionamiento en la capital, y cada año se encuentran unos 50 artefactos malamente enterrados. La policía, para seguir la pista a los ladrones, marcó billetes con radiactividad: a las autoridades todo lo que se les ocurrió fue aconsejar no chuparse los dedos. La posición oficial define la ecología como un lujo para países ricos, porque en Rusia siempre hay otros problemas. Un responsable del Ministerio para Situaciones de Emergencia se nos quejaba de que, si se seguía dando prioridad a tal o cual problema, al final sólo habrá emergencias.

P. Las mafias, ¿derivan hacia lo colombiano?

R. Creemos que no. En un principio se llamó mafia a todo negocio, porque hacer cualquier negocio era ilegal. Lo que existe es el cobro de impuestos, la protección. Pero hoy todo ese mundo, que ya controla bancos y palancas económicas, está pasando a la legalidad, sobre todo mediante la pequeña empresa.

P. ¿Renace lo religioso?

R. Muchas características que atribuimos a lo soviético proceden del zarismo: la intolerancia, la paciencia, la creciente burocracia. El ruso necesita siempre una gran idea. La Iglesia ortodoxa pesca en esas aguas, pero su lenguaje litúrgico es incomprensible. De ahí la atracción de las sectas, algunas de las cuales son peligrosas.

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