_
_
_
_
LA CUMBRE DE DENVER

La dureza política y el triunfalismo económico de EE UU inrrita a europeos y japoneses en el G-7

ENVIADO ESPECIALLa dureza y el triunfalismo demostrados por Estados Unidos en el comienzo de la cumbre el G-7 en Denver (Colorado) irritó ayer a europeos y japoneses. El presidente Bill Clínton se mostró inflexible en asuntos políticos como la limitación a tres países de la expansión de la OTAN, el mantenimiento de la ley Helms-Burton contra Cuba y el establecimiento de su propio calendario para pagar los atrasos norteamericanos a la ONU. Además, se dedicó a dar lecciones de éxito económico a Japoneses y europeos, y puso como ejemplo la propia ciudad de Denver.

Más información
Denver, modelo del 'éxito de los noventa
El líder ruso se erige en protagonista de la cumbre

Jacques Chirac tuvo un primer encontronazo con Clinton cuando el presidente francés volvió a, defender la candidatura de Rumania a la primera fase de la ampliación de la Alianza Atlántica, y el norteamericano le recordó que la pasada semana ya había zanjado ese asunto y que en Madrid sólo serán invitados húngaros, polacos y checos. Chirac y Clinton también discreparon a propósito de cómo ayudar a África. El francés defendió ayudas económicas directas y el norteamericano, la creación de un clima favorable al libre comercio y las inversiones privadas.Clinton también tuvo sus más y sus menos con otros europeos y canadienses a propósito de la ley Helins-Burton, que aplica el principio de extraterritorialidad al sancionar en EE UU a empresas que operan en Cuba. El pacto para suavizar esa ley alcanzado por la Casa Blanca y la UE está en entredicho por la actitud intransigente del Congreso norteamericano. En cuanto al reciente acuerdo entre el Ejecutivo y el Legislativo estadounidenses para pagar 819 millones de dólares (unos 119.000 millones de pesetas) de atrasos a la ONU parece poco -los norteamericanos deben 1.400 millones de dólares- y además está condicionado a que la organización internacional emprenda reformas.

Europeos y japoneses recordaron ayer que poderosas diferencias culturales impiden la adopción universal del modelo de éxito económico que EE UU está presentando como la panacea en esta cumbre del G-7, que pasara a ser el G-8 en cuanto se acepte formalmente la incorporación de Rusia. El presidente Borís Yeltsin anunció anoche que ya ha llegado a un acuerdo de principio para la adhesión de Rusia al Club de París.

Estado de bienestar

El apego de los europeos del continente a la estabilidad de empleo las conquistas del Estado de bienestar y la presencia de los poderes públicos en la vida económica -elemento este último compartido por los japoneses- les hace difícil de digerir el modelo norteamericano. Las recientes elecciones francesas fueron citadas en la primera de las tres jornadas de duración de la cumbre. Se recordó que los socialistas de Lionel Jospin las ganaron con un programa que rechazaba la austeridad presupuestaria en la lucha contra el déficit, la continuidad de las privatizaciones de las empresas públicas y los recortes a las conquistas sociales. La paradoja es que Jospin es el gran ausente de la reunión, ya que Francia está representada tan sólo por el presidente Chirac.Los expertos que rodean a los jefes de Estado y de Gobierno daban ayer la impresión de caerse de un guindo al comprobar que su consenso sobre la necesidad de austeridad en el gasto público para eliminar los déficits presupuestarios no es compartido por los electores de muchos países europeos. Los norteamericanos vinculados al Departamento del Tesoro reiteraban que la lucha contra el déficit es y seguirá siendo el criterio con el que los mercados juzgan la salud económica de los países. Y lamentaron que los europeos sigan oponiéndose a dos elementos básicos de la vida norteamericana: la flexibilidad laboral y la debilidad del sistema de protección social.

Japón y EE UU siguieron avanzando en sus siempre arduas negociaciones sobre la liberalización en el país asiático de las telecomunicaciones y los equipos médicos. Pero los japoneses no dejaron de observar que les molestaba el tono profesoral de sus interlocutores norteamericanos.

Los anfitriones de la cumbre, no obstante, no cesan de hacerse propaganda en Denver. Clinton pretende restablecer así el orgullo nacional en materia económica, herido en tiempos pasados por las críticas al mal estado de su finanzas públicas. "Albergamos a nuestros socios en un tiempo en que la economía norteamericana es la más saludable en una generación y la más fuerte del mundo", pregona Clinton. Lawrence Summers, secretario adjunto del Tesoro, va más lejos: "EE UU es la única superpotencia económica".

Clinton aprovecha la presencia en su suelo de los líderes de los grandes países industrializados para esgrimir ante la opinión pública estadounidense el mayor éxito de su presidencia: una economía con un fuerte nivel de crecimiento y que, por primera vez en cinco lustros, presenta al mismo tiempo bajos niveles de inflación y desempleo. Una economía que, como él dice, ha triunfado "en la transición desde la era industrial a la de la informática" y que ya está proyectada "en el siglo XXI".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_