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SÓNAR 97

La fusión entre 'techno' y jazz de Carl Craig enfría al público

La fusión experimental entre techno y jazz de Carl Craig enfrió al público del pabellón de la Mar Bella en la segunda noche del festival barcelonés Sónar. Un festival que revela estar de moda y que vive su primera edición masiva.¿Un poco de jazz en un festival de techno? ¿Por qué no, si el festival aspira a no ser sólo de techno? Menudo chaval este Carl Craig. "Oye, tócate algo enrevesado", debió de decirle Carl al batería, quien, sin otra cosa que hacer, se aplicó a fondo. "Y ahora un solo de contrabajo, por favor", parecía decirle Carl a su otro músico, todo acústico él. Carl disparaba algún ritmillo y aplaudía los solos de sus empleados, impecables profesionales incluso en un proyecto tan inacabado como el de Carl Craig en trío.

A todo esto el pabellón de la Mar Bella no era un apretujón. Siguieron el set de Craig unas 1.000 personas, que quizá eran 3.000 cuando comenzó a pinchar Roger Sánchez a las cuatro y pico de la madrugada. En cualquier caso, ausencia de agobio, aligerado al abrir la organización las gradas cerradas el primer día.

Como de costumbre, hubo menos público en el Sónar la segunda noche, pero esta vez fue casi de agradecer. En la pista había suficiente espacio para bailar, el calor era tolerable y se podía transitar por la terraza.

Y en aquel ambiente va Craig y se pone serio, y en lugar de darle al baile se marca una fusión que no hay por donde pillarla. Solo de congas. El personal silba un poquitín y Craig aplaude el solo. Está fusionando. Sucintos apuntes melódicos y de vuelta a los solos. ¿Querrá demostrar que es un músico acudiendo a la música de sus mayores? El público se miraba la cosa uniendo pasmo y voluntad, y en cuanto podía soltaba el pie para bailar. Pero entonces el bajista abordaba otro solo jazz y el personal hubiera preferido estar en una cava humeante y no en un pabellón desnudo con el cemento al aire. Carl Craig y su fusión hicieron enorme la Mar Bella.

Bailar sin pisar

Luego Sánchez la llenó. Bien, Sánchez o los horarios, porque a eso de las tres y pico de la mañana comenzó a llegar gente en masa. La enorme pista casi se llenó, pero quedó espació para que cada cual bailase sin pisar al vecino. Lástima que el entorno no ayudase, ya que la escasez de luces, el limitado sonido del equipo y la ausencia de efectos hacen mejor a cualquier macrodiscoteca. Pero es el Sónar, y el Sónar está de moda, está viviendo su primera edición masiva, y quien más, quien menos se da una vuelta por ese pabellón que cierra tardísímo.Aunque te sorprendan con un voluntarioso proyecto experimental de fusión entre techno y jazz.

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