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EE UU y Rusia muestran la gran pintura crítica

Es curioso que los dos únicos ejemplos de pintura a la manera tradicional y volcada en la observación crítica de la sociedad contenidos en esta bienal se encuentren, respectivamente, en los pabellones de Estados Unidos y Rusia. El primero presenta a Robert Colescott, un californiano de 72 años, autor de una pintura fuertemente figurativa y colorista que recuerda a Grosz, pero de la que se desprende una crítica despiadada del sistema americano, con sus tensiones entre negros y blancos, sus mitos del dinero y la belleza. Se trata de un pintor muy conocido en su país, pero no fuera de América.Maxim Kantor, el protagonista del pabellón de Rusia, es, en cambio, un moscovita joven, de 40 años, que describe con mucho expresionismo los males actuales de su país, como las mafias, la falta de vivienda, y, en general, el culto a la brutalidad y a la codicia.

No son los únicos pintores, ya que a ese género han dedicado sus locales otros países como Suiza, que presenta las telas abstractas de Helmut Federle; Australia, con obras de Judy Watson y de la maorí Kwernentyay Kngwarreye, o Italia, que ha dedicado su pabellón nacional a dos grandes nombres, Enzo Cucchi y Ettore Spalletti, en un espacio que Maurizio Cattelan ha decorado con palomas disecadas y estructuras de madera.

Artistas consagrados

Por la presentación de artistas consagrados y de renombre al concurso de esta edición de la Bienal han optado otros países importantes. El Reino Unido expone bellas resinas y otras obras de una escultora célebre, como es Rachel Whiteread. En el pabellón de Alemania, Gerhard Merz ha creado un espacio lleno de luz donde cuelgan fotografías de Katharina Sieverding que hablan de destrucción y de tragedia.Francia presenta, en cambio, un happening de Fabrice Hybert, que ha construido un plató completo de televisión donde una nutrida troupe de actores representa una actividad desenfrenada.

Entre las numerosas instalaciones traídas por los 55 países que participan en esta edición de la bienal, destaca la montada por Gia Edzgveradze en el pabellón de Georgia, especialmente irónica y limpia, y la de Dimitri Alithinos en el pabellón de Grecia.

La instalación más pretenciosa es seguramente la de Rei Naito en el pabellón de Japón. Se trata una visión minimalista y vagamente zen de un mundo ideal que requiere para ser vista una cola de hora y media. Naito ha dicho que quien no esté dispuesto a hacer el sacrificio no se merece su obra.

Gran espacio al vídeo dan pabellones de países como Noruega y Canadá. Las obras de estos y otros países tocan la ecología.

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