Los nuevos instrumentos del 'HubbIe' ven estrellas al nacer y al morir
Muchos secretos de la vida y muerte de las estrellas en el universo empiezan a aclararse con las observaciones realizadas mediante los nuevos instrumentos instalados en el telescopio espacial Hubble hace tres meses. Con la cámara infrarroja NICMOS, astrofísicos de la Universidad de Arizona (EE UU) han logrado ver con gran detalle, en una región de formación estelar denominada NGC 2264, estrellas en formación, mucho más pequeñas y débiles que el Sol, cerca de un astro mucho más masivo."Estamos muy emocionados con la calidad y precisión de las imágenes del Hubb1e", ha declarado Wes Huntress, responsable de Ciencia Espacial de la NASA, en la reunión de la Sociedad Americana de Astronomía que se está celebrando en Winston-Salem (EE UU).
El nuevo instrumento infrarrojo ha penetrado también en la región oscurecida por gas y polvo que rodea una estrella moribunda en la Nebulosa del Huevo (a 3.000 años luz de distancia de la Tierra) y ha descubierto dos finos chorros en forma de bala que salen proyectados hacia el espacio, así como una nube de hidrógeno molecular en forma de rosquilla. "Como ahora podemos ver estas piezas perdidas en infrarrojo y en luz visible, tenemos una perspectiva mucho más completa de la dinámica y compleja estructura de la estrella", comenta Rodger Thomson, de la Universidad de Arizona y jefe científico de NICMOS.
También se ha podido observar ya con el Hubble renovado una región de la bellísima nebulosa de Orión donde estrellas jóvenes masivas están expulsando material en la nube molecular que las rodea.
Un probable agujero negro monstruoso, aproximadamente 300 veces más masivo que el Sol, también ha merecido la atención del telescopio espacial: el nuevo espectrógrafo STIS logró medir las velocidades del disco de gas alrededor del escondido agujero negro en el centro de la galaxia M 84, a una distancia de 50 millones de años luz de la Tierra.
Entre las nuevas observaciones del Hubble esta semana está también la famosa supernova SN1987A, donde el STIS ha diseccionado los anillos con enorme detalle desvelando los elementos que los componen.
Los problemas surgidos en la nueva cámara del telescopio, detectados poco después de su instalación y debidos al sistema de refrigeración por nitrógeno de los instrumentos de infrarrojo, no han impedido el inicio de las observaciones. Los responsables han advertido que el equipo funcionará menos tiempo del previsto.
Luna sin hielo
Por otro lado, las observaciones realizadas desde el gigantesco radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico), han echado un jarro de agua fría sobre el posible hallazgo de agua helada depositada en el polo sur de la Luna, anunciado en noviembre del año pasado a partir de los datos de la sonda Clementine."No vemos nada que sugiera hielo. No creemos que haya una evidencia obvia en las imágenes radar de Arecibo", ha declarado Donald B. Campbell, de la Universidad de Cornell.
Desde Arecibo se ha estudiado esa región lunar con la misma longitud de onda -13 centímetros- que la Clementine y desde un ángulo similar, pero con una resolución muy superior: 125 metros.
Los resultados de las observaciones de Arecibo, realizadas en 1992, han sido presentadas por Nicholas J. S. Stacy, Campbell y Peter G. Ford, se han presentado en el último número de la revista Science. Ellos explican que rasgos como los detectados en las regiones polares y cuya reflexión en radar fue interpretada como hielo, se aprecian también en áreas iluminadas por el Sol y mucho más cercanas al ecuador lunar.
La hipótesis planteada a partir de Clementine era que en el área nunca iluminada por el Sol podría conservarse agua en forma de hielo. Stacy, Campbell y Ford sugieren que los registros del radar de la sonda se deben a superficies muy ásperas asociadas con pendientes escalonadas de cráteres de impacto en la Luna.
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