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Entrevista:

"Mi reto es ganarme al público pese a interpretar a un pijo guapo y ligón "

Elsa Fernández-Santos

Desde hace tres semanas, casi a diario y durante más de cinco horas, el maquillador inglés Colin Arthur comete un pecado imperdonable: desfigurar (colocando hierros en su nariz y su boca) el rostro del actor Eduardo Noriega.Son exigencias del guión de Abre los o¡os, escrito por Alejandro Amenábar y Mateo Gil y dirigido por el primero. En la segunda película de los autores de Tesis, Noriega (Santander, 1973) empieza siendo un joven rico, guapo y seguro de sí mismo para acabar internado en un psiquiátrico. "En Tesis era verdugo, aquí soy víctima, me paso la mitad de la película sufriendo", afirma el actor, "lo malo es que de entrada sigo siendo un pijo guapo y ligón... El típico que presume de que después de ligarse a una tía ni la invita a desayunar. Mi reto es ganarme al público interpretando a un tipo con el que muy pocos espectadores se identificarán".

El actor, que estudió en un colegio de curas y es el pequeño de seis hermanos, llegó a Madrid en 1992. Desde entonces, según él, las cosas no podían haberle salido mejor. Esta semana, mientras rueda en un piso de Madrid Abre los ojos, se estrena (el viernes 13) Cuestión de suerte, de Rafael Monleón, donde el actor interpreta junto a Anna Galiena, Leire Berrocal y Marta Belaustegui a otro guapo, "pero un poco más pardillo, de los que se dejan liar por tres mujeres a la vez".

Eduardo Noriega -un moreno de ojos serios y sonrisa fácil- no se pasa de simpático ni va de seductor o de listo. Se comporta con naturalidad porque, según dice, de momento no le importa lo que opinen de él. Lo único que no soporta es que fuera de la pantalla intenten convertirle en un playboy. "Cada vez que hago una sesión de fotos y me dicen que me quite la camisa me pongo de los nervios. Ni soy modelo ni quiero serlo".Alejandro Amenábar se fijó en él cuando se presentó al casting del corto de un amigo, y dos años después no dudó en ofrecerle uno de los personajes principales de su primera película, Tesis. Noriega era Bosco, el universitario que lograba que Ana Torrent no tuviera claro hasta el último minuto si le tenía miedo por guapo o por psicópata.

"Todo el mundo me identifica con Bosco, pero no me importa. Cuanto menos me conozcan a mí, mejor ". "Mis padres no me alentaron a venir a Madrid, pero tampoco me frenaron", continúa. "Simplemente me dejaron, quizá porque mi madre estaba segura de que a los dos meses volvería a casa".

El actor cree que quizá su voz, limpia y clara, tiene mucho que agradecer a sus cinco años de estudio de solfeo, piano, coral y armonía. "Decían que era un niño prodigio de la música, que tenía muy buen oído. Pero yo iba a solfeo como quien va a yudo. Lo dejé en cuanto pude".

Su buena dicción tampoco desaparece fuera de la pantalla. "Almodóvar me dijo una vez que mi problema es que estoy demasiado bien educado", afirma con su mejor sonrisa. "Se refería a que vocalizo demasiado bien y que por eso no podría hacer de un macarra, pero eso no es verdad. Yo soy actor y puedo hacer lo que sea. Si no pudiera, me volvería a mi casa". Noriega se gira y responde a un camarero con un rotundo "muchas gracias" y añade: "Y sí, qué le voy a hacer, estoy muy bien educado".

El actor asegura que sus ambiciones no han cambiado después de Tesis. "Siempre ha sido la misma: poder vivir de esto. Y Tesis, sobre todo, me ha ayudado a empezar a vivir de esto. Desde Santander veía la Escuela de Arte Dramático como si viera el Actor's Studio de Nueva York", continúa. "Me presenté a las pruebas, me cogieron y sólo entonces pensé que quizá podía ser actor. El secreto de aguantar aquí es no plantearte seriamente lo que estás haciendo porque entonces te vuelves a casa seguro. Y como además he tenido la suerte de enlazar un trabajo con otro no he sentido el vértigo ése de decir no me llaman, qué hago aquí".

Dice que cuando acabe el rodaje de Abre los ojos, en julio, se irá al Reino Unido a perfeccionar su inglés ("sólo creo en el trabajo para llegar a donde uno quiere") o a la playa. "No me acostumbro a vivir sin estar cerca del mar, creo que es lo único que nunca me canso de mirar".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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