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ELECCIONES EN FRANCIA

Juppé intenta salvar los muebles

El Frente Nacional pide la abstención o el voto socialista en Burdeos para acabar con la carrera del primer ministro

"¿Quiere hablar con el señor Juppé? Nosotros también le estamos buscando", comenta, aparentemente divertida, una responsable de prensa de la coalición gubernamental en Burdeos. Es el viernes por la tarde y no puede decirse que, a unas horas del final de la campaña, la actividad en, la sede de Alain Juppé sea trepidante. El periodista pregunta si, además de haber desaparecido de los periódicos tras su proclamada dimisión, el primer ministro ha desaparecido también de Burdeos. Esta vez, los responsables de la campaña levantan la guardia: "No, en absoluto; el primer ministro está haciendo campaña en la calle, a las ocho y media tiene un acto público".Por increíble que les resulte a las grandes familias de la derecha bordelesa, asentada ininterrumpidamente en el poder local desde hace 50 años, Alain Juppé, primer ministro y alcalde de Burdeos, el hombre que ha desempeñado el máximo poder político después del presidente, corre hoy el riesgo de perder su escaño. Algo inaudito si se tiene en cuenta que en la primera vuelta de las presidenciales de hace dos años los candidatos de la derecha, Jacques Chirac, Édouard Balladur y Philippe de Villiers, alcanzaron prácticamente la mayoría. El domingo pasado, en Burdeos, con el 38,5% de los votos, el primer ministro francés y presidente del RPR obtuvo el peor resultado de la historia reciente de la derecha bordelesa, mientras su contrincante, el socialista Gilles Savary, establecía en el 28% el récord histórico de la izquierda.

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Diez puntos de diferencia parecen suficientes para asegurar el escaño, pero la candidatura de Alain Juppé tiene ahora que luchar contra el descrédito personal que acarrea su anunciada dimisión como primer ministro, el reagrupamiento del voto de izquierda y, sobre todo, el voto de castigo del Frente Nacional.

El dirigente de esta formación en Burdeos, Pierre Sirge, ha lanzado a su electorado, el 10% en la primera vuelta, la envenenada consigna de abstenerse o votar al candidato socialista para acabar con la carrera política del primer ministro francés. "Juppé", dice Pierre Sirge, "es el elemento clónico original de una clase política a combatir, responsable de la destrucción de Francia".

Sin carteles en las paredes, sin vallas ni caravanas publicitarias, nada en las calles de Burdeos, como tampoco en el resto de las capitales francesas recuerda que estamos en vísperas electorales. Los guardias que vigilan la entrada de la alcaldía prefieren hacer los honores a una belleza meridional antes que hablar de elecciones, pero en las terrazas de los alrededores es fácil comprobar que los bordeleses están hoy divididos entre partidarios y contrarios a Alain Juppé. "Ha sido bien duro con nosotros, no ha hecho nada por Burdeos", apunta un tertuliano. "Sois injustos, es un hombre que trabaja y habla claro", responde otro.

Ambiente de recogimiento

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En la sede electoral de Gilles Savary hay un ambiente de recogimiento, un mobiliario de batalla y un decorado sumamente austero. Decenas de militantes, la mayoría jovencísimos, asisten en fervoroso silencio a las declaraciones que el candidato socialista efectúa a una radio local. "Me ha hecho la campaña; primero propone disolver la Asamblea, luego dimite y acepta su impopularidad. La verdad", dice Gilles Savary, "no puedo quejarme".

A las ocho y media, ante 600 personas que le aclaman, el primer ministro pasea unos ojos enrojecidos por la vigilia, un semblante sereno y lo que parece ser un rictus de amargura. Proclama que está confiado en la victoria. Un dirigente local comenta: "El problema de Juppé es que tenemos un país en el que puedes hablar de reformas siempre que no intentes hacerlas".

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