Las discográficas españolas se abren camino para explotar el filón de la música cubana
La isla cuenta con 12.000 músicos, muchos de ellos de categoría internacional
Tal vez no sean buenos tiempos para comerciar con Cuba, pero parte de la industria discográfica española está, demostrando audacia e inteligencia al dedicarse a difundir artistas de la isla de la música. Empresas como Cariba Productions, Magic Music o Nubenegra han cubierto el hueco dejado por Egrem, la discográfica estatal, que ahora se dedica principalmente a explotar su impresionante archivo. El último proyecto hispano-cubano se llama Eurotropical, tiene capital canario y se dio a conocer el pasado fin de semana con varios actos celebrados en La Habana.
En Cuba las paradojas brotan con tanta fuerza como la vegetación, en el periodo especial. La prensa escrita casi ha desaparecido, pero el acto de presentación del sello Eurotropical atrajo a un enjambre de periodistas diligentes y curiosos. Enfrente, invitados de Eurotropical como Teddy Bautista, presidente de la SGAE; y Elfidio Alonso, alcalde de La Laguna y director de Los Sabandeños, discuten sobre el número de generales de origen canario que lucharon contra España en la guerra de independencia: urge despejar cualquier sospecha de imperialismo cultural hispano.De otro lado, se trata simplemente del reconocimiento de que Cuba cuenta con 12.000 músicos censados y que la mayoría tiene nivel internacional y necesidad de divisas.
Gustos diversos
Cierto que las iniciativas españolas no son filantrópicas y aquí conviene andar con precaución. Aunque Roberto Robaina, ministro de Exteriores, bendiga Eurotropical con una carta, un alto funcionario participante en el acto aprovecha para amenazar a las discográficas foráneas que se resistan a ser fiscalizadas por el régimen cubano. El funcionario también se pone tenso cuando algún periodista extranjero quiere profundizar más allá de la retórica habitual. No soplan vientos de glasnost por El Malecón.Cara al público habanero, Eurotropical presenta sus Poderes en el teatro Karl Marx, con un extenso concierto que incluye a casi todos sus artistas, más algunos invitados. El gancho para llenar tan descomunal recinto es el regalo de una cinta con muestras de los diversos solistas y orquestas. Una oferta irresistible que consigue que los asistentes disculpen mansamente los incidentes técnicos y los chirriantes interludios de baile o playback. La ocasión sirve para apreciar la discordancia entre los gustos locales y las preferencias europeas en música caribeña. Orquestas como Sabrosura Viva o Manolito y su Trabuco, que pulsan sin pudor todos los recursos, arrasan, mientras que una agrupación más sofisticada, como Klimax, tarda en conectar.
Por el contrarió, los cubanos se pasman ante la fascinación hispana por los añejos grupos típicos como Los Naranjos o Los Soneros de Camacho. También asombra que Mayelín Naranjo, una vocalista de inmensas posibilidades pero todavía sin disco, debute evocando sonidos de las orquestas de los años cincuenta: quizá la nostalgia sea un lujo de países prósperos. Pero hay coincidencia en Liuba María Hevia, una cantautora de renovadora propuesta instrumental.
En el Karl Marx, se graba simultáneamente un programa especial de TVE. El realizador español, Miguel María Delgado, no habla más que maravillas de su equipo cubano, que aguanta a pie de obra, aunque la comida del mediodía no se materialice hasta que cae la noche. Lleva peor el obstruccionismo del iluminador jefe del teatro: por razones misteriosas, se niega a proporcionar los vatíos necesarios para que las cámaras se desenvuelvan sin problemas. Para lo bueno y para lo malo, Cuba sigue siendo diferente.
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